Aire, luz, tiempo y lugar
Publicado en: Artnexus.
Año: 2016
Entre los meses de agosto y octubre se presentaron en el Espacio Odeón dos exhibiciones que fueron concebidas en estricto dialogo: Un lugar y el tiempo y Air and light and time and space. La primera era una muestra conformada por obras de los artistas españoles Irene de Andrés, Iñaki Chavarri, Cristina Garrido, Julia Llerena, Nacho Martín Silva y Mauro Vallejo, así como por Jimena Kato de Peru, Maya Saravia de Guatemala y los colombianos María Clara Figueroa, Antonio Franco, Daniel Salamanca, Santiago Pinyol, Sofía Reyes e Ivonne Villamil. La muestra con la que establecía un dialogo era un proyecto de intervención específica en el espacio escénico del que fuera el teatro Odeón (que luego llevó el nombre de Teatro Popular de Bogotá) que fue realizado por el artista brasileño, residente en Madrid, Marlon de Azambuja.
El punto de partida de estos dos proyectos, fue la concepción y realización de la intervención de Azambuja que toma su título y en parte algo de su enfoque de un poema de Charles Bukowsky. El poema es una suerte de declaración acerca de las posibilidades creativas. Habla en principio de las oportunidades que un nuevo estudio, amplio y luminoso, podría brindarle en términos de un espacio y un tiempo para desarrollar su proceso creativo. Sin embargo, dice luego que, si alguien está dispuesto a crear, lo hará a pesar de estar inmerso en las condiciones más adversas. La luz, el aire, el espacio y el tiempo solo permiten prolongar la existencia para seguir creando.
El proyecto de Azambuja toma en consideración el cruce entre ruina y a la vez experiencia viva de la arquitectura de Odeón, como el teatro que alguna fue y el espacio expositivo que ha emergido por su renovación espacial. Hubo un cambio de uso al ser un espacio de circulación de las artes escénicas hacia funcionar como un espacio dedicado a las artes visuales. En esta intervención la luz está enteramente circunscrita a la materia densa que es el concreto con el cual realizó mil vaciados de un molde de una bombilla eléctrica. El cruce entre estas dos experiencias: lo incorpóreo de la luz y la solidez del concreto, abren el sentido de interpretación de la pieza, porque parece apuntar en diferentes direcciones a la vez. Azambuja dice que le interesa la dimensión poética de la luz, porque permite que sea asociada a diferentes situaciones metafóricas, entre las que se encuentran la idea de esplendor, la emergencia de las ideas, la noción de espectáculo o la presencia anímica de las personas, entre otras. La obra mantiene una tensión entre la transparencia y la opacidad, que parece una alusión a la presencia de ruina histórica y espacio funcional que caracterizan la arquitectura de Odeón. Es una línea de luz que no opera realmente, poniendo en suspenso la capacidad de emitir todas las metáforas que trae consigo.
La muestra Un lugar y el tiempo, contó con la curaduría del mismo Marlon de Azambuja en colaboración con Alejandra Sarria, curadora del espacio Odeón y surgió, como se dijo más arriba, de un dialogo con los principios latentes en la obra de Azambuja. Los 14 artistas que la conformaron situaron sus obras en situaciones contingentes respecto al espacio, lo que lograba activar su propia dimensión temporal. Iñaki Chavarri, por ejemplo, se apropia de libros comprados en la calle, y los conjuga con otro tipo de objetos con los cuales generar nuevas resonancias significativas. Sin embargo los interviene, eliminando de ellos las carátulas y las esquinas en donde aparecen los números de página, restándoles parte de sus uso sociales, pero recuperando para ellos una nueva dimensión física. Ahora son cosas en el mundo o más bien situaciones que ingresan así en una nueva temporalidad.
Esta expansión de la temporalidad asociada a los códigos de representación cultural, como el lenguaje verbal o las convenciones formales de los lenguajes artísticos, es común a la mayor parte de las piezas de esta muestra. En general parecen más interesadas en inmiscuirse en las situaciones espaciales y temporales que las rodean, como la arquitectura especifica en que se insertan o las temporalidades de los espectadores que se apropian de ellas que en propiciar una seducción hacia sus poéticas intrínsecas. O quizás esas poéticas solo emergen cuando la materialidad de las obras es conectada por los espectadores con experiencias de visibilidad e invisibilidad, de conexión e inconexión o de materialidad e inmaterialidad con las cuales está hecha su propia vida.
Jaime Ceron