Antonio Caro, Caro es de todos



Texto escrito sobre Antonio Caro en el marco del MDE07. Año: 2007


¿Qué hacer para que las obras de arte funcionen culturalmente? Ésa parece ser la pregunta que ha orientado por largo tiempo las prácticas artísticas que constituyen el conjunto de la obra de Antonio Caro (Bogotá, 1955). Sus proyectos confrontan hábilmente los diversos marcos institucionales que fijan y regulan el papel que el arte desempeña en el campo social y que dan forma a las propias convenciones artísticas.  Caro utiliza el lenguaje verbal para aminorar el efecto convencional del sistema institucional del arte —cuyos patrones de comunicación están cargados de fuertes implicaciones elitistas— y para generar una resonancia simbólica y cultural dentro de los distintos tipos de enunciaciones que inscribe públicamente como arte, a través de dicho sistema.

Mediante el arte se promueven revisiones o cuestionamientos a los principios y a las estructuras que soportan el cuerpo social del que dicha práctica proviene. Las nociones o ideas que constituyen la experiencia de una determinada obra son respuestas, afirmativas o críticas, a la idea de mundo que dicha estructura social afirma. El carácter local y contingente del arte, visto desde esta perspectiva, contrasta con la fantasía según la cual éste puede tomarse como una expresión universal del espíritu humano, como suele sostenerse desde una perspectiva ideológica de carácter hegemónico.

Cuando Antonio Caro dice que “el arte termina donde comienza la cultura”, cuestiona la capacidad del arte de funcionar como una práctica social que se active por el proceso de apropiación y resignificación cultural de los espectadores. Al trasladar al campo del arte algunas de las expresiones verbales que se usan socialmente para movilizar diferentes tipos de agendas y preocupaciones políticas, Caro garantiza un tipo particular de arraigo cultural en las obras resultantes. Es ésa la manera como su trabajo activa de manera compleja la función de ser espectador.

Caro es de todos (2006-2007) alude a dicha circunstancia al aproximarse a cuestiones como el aborto o el porte de la dosis personal de droga —caballos de batalla en lo que respecta a cruces entre lo privado y lo público— que ponen de presente la vulneración de los derechos de los sujetos por parte de lo establecido institucionalmente. Además, el hecho de producir una obra por medios impresos y múltiples —que es, en verdad, el único tipo de soportes de este proyecto— permite que la misma pueda ser llevada consigo por los espectadores, lo cual genera un principio de diseminación que sólo encontramos habitualmente en el mundo de las ideas. A medida que los ejemplares impresos, presentes en la sala de exhibición, van disminuyendo, su capacidad de circulación y de movilización de posiciones va aumentando. El hecho de que una persona pueda proponer su punto de vista frente a los enunciados que se recogen en estos impresos es lo que permite que estas obras funcionen como arte, precisamente donde comienza la cultura.


Jaime Cerón