Artecámara 2014
El cambio de todo lo que pertenece.
ARTBO
Feria Internacional de arte de Bogotá.
2014 - Bogotá, Colombia
Curador: Jaime Cerón
Artistas participantes: Andrea Acosta, Pablo Adarme, Alejandro Castillo, Antonio Castles, Walter Castro, Christian Cely, Jonathan Chaparro, Colectivo Paramédicos, César Del Valle, Galería Lamutante, Ana María Gómez, Javier González, Laagencia, La Nocturna, Diana Londoño, Leonardo López, Oriana Marín, Andrés Millan, Edwin Monsalve, Johana Moscoso, Paula Niño, Carlos Orozco, Sergio Páez, Gabriela Pinilla, Diego Piñeros, Leonardo Ramos, Juan Guillermo Tamayo, Laura Trujillo, Andrés Valles, Pilar Vargas
Uno de los conceptos más corrosivos dentro del discurso científico es el de la entropía. Según la termodinámica se trata de la inevitable pérdida -de materia y energía- que trae consigo todo proceso de cambio. Lo más inquietante de esta afirmación proviene del hecho de que este proceso de pérdida se identifica, como una tendencia a cero. Esta suerte de inercia, que podría compararse a la esclerosis que degrada el cuerpo de los seres humanos, parece demostrar que incluso las cosas que parecen inmóviles o incluso inertes, se están transformando inexorablemente y que por esa razón tenderán a desaparecer. Un discurso antagónico a la ciencia, como es el psicoanálisis, fue el lugar de emergencia de un concepto que podría considerarse como equivalente a la entropía dentro de la experiencia subjetiva: la pulsión de muerte. Según Sigmund Freud, este impulso tiene su origen en el hecho de que toda la vida orgánica tuvo como predecesora la materia inorgánica y por tanto es esta última la que por inercia tiende a imponerse de nuevo, a tal punto que todas las cosas vivas terminan muriendo. “Vivimos para morir” llegaría a afirmar Freud, pero haría la salvedad de que no lo hacemos de forma literal, sino que ideamos maneras de afiliarnos situaciones en las cuales nos imaginamos haciendo parte de grupos sociales diversos. Es la pertenencia a estos grupos lo que nos permiten vivir la experiencia de “no ser” de manera menos traumática. Podemos resumir esta idea diciendo que los seres humanos sentimos más empatía con la idea de ser “fondo contra fondo” que buscando ser “figura contra fondo”. Parece más confortable integrarse al trasfondo social que destacarse de él.
La muestra El cambio de todo lo que permanece pone en relación diferentes tipos de prácticas creativas relacionadas a la manera en que definimos nuestros propios contextos. La noción del contexto es el fondo ante el cual ingresamos en escena dentro del campo social y puede ser comprendido de maneras heterogéneas, porque puede afiliarse tanto a instancias públicas como privadas. Dentro del conjunto de piezas que integran la exposición es recurrente la referencia a entornos urbanos degradados y agobiantes, tanto como a entornos naturales evocadores e inquietantes. Paradójicamente ninguno de estos dos tipos de entornos, parecerían idóneos para ser habitados, pero aun así tienen la capacidad de poner en cuestión los ámbitos de efectivamente habitamos. En el conjunto de piezas que se aproximan a la idea del contexto como ámbito privado, se encuentran alusiones a la manera como los seres humanos intentamos vivir dentro de nuestros propios espacios cotidianos, conjugando diferentes experiencias desde la quietud hasta el desplazamiento y poniendo muchas veces el acento sobre las contingencias del cuerpo. Dentro de las obras que hacen eco del contexto como un ámbito público, se destacan las tensiones entre las nociones de naturaleza y cultura, que hacen ver la ciudad como un espacio saturado de contradicciones en donde pueden tener lugar cualquier tipo de experiencias.
En esta versión de Arte Cámara, se han incorporado 3 proyectos de curaduría, que han sido propuestos por los equipos de trabajo de espacios artísticos independientes, que funcionan en igual número de ciudades en el país, que son en este caso: Bogotá, Bucaramanga y Cali. Cada una de estas propuestas curatoriales, funciona como un subconjunto dentro de la muestra general y sigue sus propias concepciones. Sin embargo las 3 tienen en común su interés en cuestionar los estatutos institucionales de las prácticas artísticas, problematizando la autoría, la visibilidad o la idea del arte como mercancía.
El cambio de todo lo que permanece también se propone como nombre de esta exhibición por su capacidad para hacer notar la persistencia de estructuras de representación institucional en el contexto de los procesos artísticos emergentes. Busca hacer alusión a la propia entropía de las prácticas artísticas que se basan en proposiciones institucionales, como la idea de “autor”, de “obra” o de “exhibición” que han sido preservadas en el tiempo por el esfuerzo compartido de diferentes tipos de discursos. Es esa base de recurrencia, propia de la categoría de arte en occidente, lo que suscita una cierta suspicacia porque la mayor expectativa que ha generado el arte desde la modernidad es su capacidad para renovarse o para innovar. Viendo críticamente la historia del arte del último siglo podemos prestar atención a la persistencia de una serie casi interminable de estructuras. Sin embargo, si cambiamos el punto de vista también podríamos maravillarnos con otra serie, también casi interminable, pero de innovaciones o transformaciones. La paradoja de la perspectiva analítica del arte después de la modernidad, es precisamente que solo puede llegar a ser experimentado desde una base de recurrencia que parece inseparable de su misma capacidad para tornarse en una situación inédita y aparentemente irrepetible, cuando se produce el encuentro entre un espectador y una pieza en particular. Es por eso que pensamos en las obras más relevantes de la historia del arte, como si se tratara de los únicos ejemplos de su clase, a la vez que las situamos cómodamente dentro de las categorías convencionales que hacen que funcionen como arte.
El proceso de conformación de esta muestra fue un significativo desafío, en términos de la práctica curatorial, porque partió de un conjunto cerrado: los artistas y proyecto que hicieron una aplicación para participar en Arte Cámara. Indagando al interior de dicho conjunto se deberían encontrar las opciones que permitieran dar forma a una muestra que pudiera llegar funcionar como una situación abierta. Por esa razón la exhibición se conformó mediante un intento de poner en discusión una serie de piezas heterogéneas, surgidas de distintas concepciones artísticas, realizadas en diferentes lugares geográficos, y configuradas a partir de distintos procesos creativos. El plus de la reunión de estas piezas y proyectos en un mismo ámbito expositivo es fundamentalmente la opción de poder llegar a matizar la “discusión” tácita dentro de todas ellas. Estos matices llegan a emerger cuando las relaciones entre las diferentes narrativas -latentes en las obras-se logran potencializar por la proximidad o articulación que se genere con las demás. Es entre ellas que se proponen posibles capítulos o conexiones o que se logra dar pistas de recorridos posibles para los espectadores. La referencialidad hacia contextos problemáticos para ser habitados es una de estas narrativas y la dimensión latente de la corporeidad es otra. También puede considerase la expansión y contracción de la temporalidad como otro tipo de huella que podría ser rastreada para proyectar una articulación entre el cuerpo y el espacio. La posibilidad de ingresar a cada una de estas narrativas es otra manera de interpretar el cambio de todo lo que permanece.
Jaime Cerón