Arte a cuatro manos, Fernando Pareja y Leidy Chavez
Publicado en: Arcadia.
Año: 2010
La mayor parte de la
personas asocian las artes visuales con el trabajo individual. Mas allá de los
lugares comunes -como la imagen romántica del pintor en la buhardilla- es muy
difícil no pensar en las obras de arte como el resultado del trabajo de una
sola persona, sobre todo por el éxito que tuvo la figura solitaria del artista
como (anti) héroe durante la modernidad. Si bien los artistas que han trabajado
a cuatro manos, son poco frecuentes, hay casos que se pueden mencionar desde el
renacimiento. Como ejemplo servirían los hermanos Jan y Hubert Van Eyck, cuyas
colaboraciones han desvelado a decenas de historiadores que intentan
determinar, en vano, quien hizo que en las obras en las trabajaron juntos. Durante
el siglo XX las colaboraciones entre artistas fueron más bien esporádicas, y tuvieron
por lo general fines precisos como ocurrió cuando el francés Marcel Duchamp se
alió con el norteamericano May Ray para realizar dos importantes piezas en
1920, que fueron Cultivo de Polvo y Autorretrato como Rrose Selavy.
Algo mas peculiar es el
trabajo a duó de artistas que son pareja en “la vida real”, que solo parece
haber ocurrido abiertamente desde la segunda mitad del siglo XX, porque antes
de ese momento se llevaba el crédito solo uno de los dos (como ocurrió con Camille
Claudel y Rodin). En cambio, actualmente
nos resulta fácil identificar las obras hechas por parejas como Bernd and Hilla
Becher, cuyo trabajo fotográfico ha creado escuela dentro y fuera de Alemania,
o Christo Javacheff y Jeanne Claude Denat cuyos empaquetamientos de edificios y
lugares naturales se han vuelto memorables incluso fuera de las fronteras del
mundo del arte. También hay célebres parejas de artistas del mismo sexo, como
Gilbert & George o como Pierre & Gilles, que han hecho importantes
aportes al uso de la fotografía como medio artístico.
Los artistas payaneses
Fernando Pareja y Leidy Chávez, han trabajado juntos desde 2002, cuando se
conocieron estudiando arte en la Universidad del Cauca en Popayán. Desde el
inicio de sus estudios se esforzaron en trabajar juntos, a pesar de que tomaban
clases diferentes. Para ellos trabajar juntos siendo a la vez pareja, les ha
dado la mayor de las ventajas, porque se han tomado a si mismos como modelos y la
confianza que existe entre los dos les permite dar rienda suelta a la
curiosidad que se requiere para explorar el cuerpo del otro tanto como el suyo
propio. Han llegado a conocer sus particularidades porque parten de la idea que
el cuerpo es un objeto raro. Ellos no imaginan las limitaciones que traería
consigo contratar modelos para hacer sus obras, sobre todo porque sus propios
cuerpos son los referentes que quieren analizar en su trabajo y que motivan su
proceso creativo. Aunque sea frecuente para ellos la necesidad de fotografiar
personas que ven en la calle, lo fundamental es encontrar identificaciones
entre esos cuerpos “extraños” y los cuerpos que ya conocen. El procedimiento
posterior tiene que ver con la transferencia de esas imágenes fotográficas
hacia la escultura, en donde pueden darle rienda suelta a las fantasías.
Para Fernando y Leidy
también es crucial poderse motivar creativamente cuando emprenden un proyecto
artístico, porque uno puede tener la capacidad de incentivar al otro si éste
esta pasando por un momento menos fértil. Sin embargo les resulta fundamental
partir de los intereses que ya comparten por separado y que se manifiestan en
necesidades afines que para poder tomar forma en una obra determinada deben
haber superado ya, el peso de ego de cada uno. Por eso también creen que hacen
un buen equipo por el hecho de vivir juntos porque así logran explorar todas
las dimensiones de la intimidad que rodean los actos humanos.
La primera obra que
exhibieron en Bogotá, mezclaba hábilmente dos perros, con sus propios cuerpos,
de forma que las caras, las manos y los genitales eran de ellos, pero la imagen
dominante era la del animal. La obra estaba hecha en plastilina blanca y era
del tamaño de una lonchera. Muchas de sus obras son esculturas de pequeña
escala, realizadas en plastilina en donde siempre se logran adivinar sus rasgos
fisonómicos dentro de los personajes que presentan. Habitualmente sus obras son
protagonizadas por personajes inquietantes, que habitan situaciones extrañas, cuyos
gestos corporales son a la vez captados de la observación de otras personas
como de sus propias vivencias. En ellos exploran la vulnerabilidad de la
apariencia del cuerpo y su relación con determinadas cargas sociales, porque
están interesados en analizar y comprender lo vergonzoso e inaceptable que a
veces parece un acto ordinario, llevado a cabo con tosquedad por un ser humano
común.
La escala de sus obras las
hace ver como elementos accesorios de un contexto de carácter doméstico. Sus piezas
escultóricas parecen complementos de objetos como una mesa o un escritorio, lo
que hace que establezcan una comunicación con los espectadores apelando a lo
imaginario y a la fantasía, como si se tratara de juguetes. Baudelaire decía
que los juguetes son las primeras versiones de arte con las que se encuentran
los niños, pero que ya en la vida adulta no van a ser tan satisfactorias y
convincentes las versiones perfeccionadas con las que se van a topar. Los juguetes son objetos para la ficción, cuyo
vinculo subjetivo lo encarna el deseo y la fantasía que el arte no siempre
logra despertar. Los juguetes parecen encarnar una basea de interpretación para
las cosas pequeñas que pueblan el mundo, porque parecen versiones manejables de
la experiencia concebidas a escala de la vida doméstica.
En las obras recientes de
Fernando Pareja y Leidy Chávez, que pueden verse en su primera muestra
individual en Bogota en el mes de marzo, exploran directamente el universo de
los juguetes que lo comprenden como un simulacro de la construcción social de
los sujetos. Ellos relacionan sus actuales intereses en el cuerpo en los
juguetes con los comenzaron a idealizarlo cuando eran niños y a conectarlos con
diversos trasfondos sociales, como la lógica del capital o como la guerra. Su
interés en las piezas que presentan en esta muestra es simular que el juguete
es algo real y que puede hablar y plantear su punto de vista. El título de la
muestra es Alicia en el país de las maravillas, en donde se cruzan algunas de
las ficciones del cuento de Carroll con situaciones no del todo ficticias, como
el hecho de que Alicia o el conejo tengan que trabajar para subsistir. En esta
exhibición ellos presentan además de algunas esculturas , imágenes digitales
que mantienen de todas formas varios ecos a la fisonomía de los autores que
siguen siendo el polo a tierra de su proceso creativo.
Jaime Cerón
Marzo
de 2010