Atenas C.C, Miguel Ángel Rojas



Publicado en: 
Catalogo exposición, El arte de la desobediencia, MAMBO.

Año: 2018


En 1975 Miguel Ángel Rojas fue invitado a participar en la primera versión del Salón Atenas que era un naciente proyecto expositivo que comenzaba a realizarse en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y que contaba con el patrocinio de una empresa de publicad de la cual tomaba su nombre. Este certamen continuaría siendo realizado durante casi una década y llegaría a ser sería el espacio por excelencia para movilizar proyectos que llegaran a desbordar las convenciones artísticas hegemónicas en el arte colombiano.

El trabajo artístico de Miguel Ángel Rojas en ese momento exploraba el dibujo, el grabado y la fotografía: Hoy podemos pensar que se trata de 3 tipologías de la imagen gráfica enteramente cercanas entre sí, pero debemos considerar que en ese entonces se encontraban los dos primeros en una orilla, por su relación con la tradición artística occidental y el tercera en otra enteramente por asemejarse a otro tipo de actividad. Tanto el dibujo como el grabado parecerían intercambiables, dentro de sus cualidades gráficas, por su relación con el virtuosismo de su factura y a pesar de que su lógica formal se afincara en la oposición entre unicidad del dibujo y la reproductibilidad del grabado. La fotografía en cambio era lía como pura reproductibilidad mecánica destinada a una perpetua repetición. Sin embargo, lo más significativo de esas imágenes no son sus rasgos formales sino la manera como responden a otras problemáticas entre las que se destacan la construcción social de la masculinidad y los procesos de identificación cultural que moviliza la sexualidad. En el caso de Rojas ambas problemáticas se superponen porque de la mano del cine parece identificar el arquetipo del hombre rudo con la base de la masculinidad, así como con el objeto del deseo.

Al trasferir los rasgos seriales ya sea del cine o la fotografía a la imagen gráfica, del dibujo y el grabado, estaba haciendo un “zoom out” de cualquier referencia explícita que limitara la comprensión de sus imágenes y las estaba articulando a otros contextos interpretativos que provenían del marco convencional del arte, que traían implícitamente esos medios. Es por eso que esos dibujos y grabados tempranos hacen referencia a situaciones sexuales de carácter homo erótico que son apenas legibles.

La obra Atenas C.C. expandió esa situación. En su instalación en el Salón Atenas se conformaba por 2 cuerpos dibujados -prácticamente a escala uno uno- sugiriendo una cierta idea de secuencia que estaban compuestos por 4 dibujos enmarcados y colgados en la pared muy cerca del piso. Los acompañaba un conjunto de 50 fotografías de baldosas de cemento -también a escala uno uno- con las que había sido hecho el piso que se veía en uno de los dibujos. Sobre las fotografías había un vidrio y encima de él una mancha de semen. En las salas de cine rotativo que presentaban películas de vaqueros, solían producirse encuentros sexuales entre los hombres que asistían, de tal forma que sobre la pantalla vertical se proyectaba un tipo de acción que motivaba en el espacio horizontal otro tipo de acción.

Cuando Andy Warhol quiso decodificar la masculinidad de la pintura occidental, emblematizada en su dimensión vertical, se dio cuenta que esa operación podría surgir del uso de la horizontalidad. Fue así como dijo que la pintura de Pollock (quien pintaba sobre el suelo para luego sublimar sus imágenes en la pared) era un gesto liquido realizado por un hombre de pie.

Volviendo a Atenas C.C. es interesante encontrar que el cruce entre las imágenes dibujadas y sublimadas por la verticalidad de su disposición, resistían en parte ese principio convencional, por su proximidad con el suelo. Mientras que el carácter anti convencional de su contraparte fotográfica y horizontal actualizaba los dibujos por la presencia de la fuerza de gravedad que mantenía las fotografías sobre el suelo. También fue la fuerza de gravedad la mantuvo en su sitio el residuo líquido que cayó sobre el vidrio que las cubría.

Las acciones humanas que enlazarían las imágenes dibujadas y las fotografías instaladas solo llegarían a ser sugeridas por ese residuo corporal que dejó su marca sobre el vidrio. Sin embargo, al igual que ocurría en las sórdidas salas de cine en donde habían sido marginadas las sexualidades no hegemónicas, en Atenas C.C. esas acciones humanas no estaban disponibles para ser vistas porque al fin y al cabo el estatus quo que sostiene el régimen de la visualidad que demandaría verlas, es el mismo que llevó a su marginación.

Jaime Cerón
agosto de 2018