Ciclos interdependientes, el proyecto 2006-2078 de Delcy Morelos
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Año: 2006
-Honorato de Balzac.1
El trasfondo
La muerte parece ser el motor simbólico, histórico, epistemológico y psicológico que impulsa los más diversos actos de los seres humanos. Diversos enfoques teóricos la señalan como el fundamento de la idea de representación, o el origen de la ciudad, o la comprensión de la condición humana o el impulso de la sexualidad.
Las nociones de vida y muerte guardan una fuerte analogía entre sí. Son los límites o fronteras literales de la materialidad del cuerpo, que se unifica con la procreación y se deshace con la degradación que sobreviene al deceso. Desde un punto de vista físico-químico el proceso que inicia en el cuerpo después de la muerte es como un nuevo ciclo vital inscrito dentro de otro registro. Si la vida emerge desde los enlaces de las moléculas de carbono, la muerte se produce por su disolución en el interior de la tierra, para dar inicio a un nuevo ciclo.
La expresión de que somos “agua salada organizada” se puede tomar como un emblema de nuestra existencia llevada a su mínima expresión: la materia inorgánica, que sugiere una equivalencia básica entre la conformación física y química del cuerpo. La relación entre los cuatro elementos: fuego, tierra, agua y aire con el cuerpo fue sugerida por Platón, para quién la geometría revestía el trasfondo de comprensión de la conformación y disolución tanto del cuerpo como de dichos elementos. Para Platón la manera en que estos elementos se diseminan por el universo obedece a su estructura geométrica y sigue la lógica de la diferencia que los agrupa o los separa como cuerpos. El estado de reposo lo relaciona con la uniformidad y el movimiento con la diversidad.2
Cuando Sigmund Freud estudiaba las motivaciones que conducen a los sujetos a actuar de una cierta manera, se encontró inicialmente con la creencia arraigada culturalmente de que los seres humanos buscamos instintivamente nuestro bienestar, el famoso principio del placer. Sin embargo cuando él se acercó al trasfondo científico que podría garantizar una comprensión de ese principio, como fue la teoría de la evolución de las especies de Darwin, se encontró con que los instintos garantizan la instauración de un estado previo, como ocurre con la ley de la inercia.3
En ese orden de ideas, Freud se tuvo que enfrentar a la inquietante idea de que lo que el instinto señala es la persistencia de una fuerza primigenia que Darwin clarificó al decir que la vida orgánica evolucionó de la materia inorgánica. Si esto es así, la muerte precede a la vida y por lo tanto se impone después de ella. Freud concluiría diciendo que “se vive para morir”, de donde articuló su famosa “pulsión de muerte” como contrapuesta a la “pulsión sexual” que fue como repensó el principio del placer. Posteriormente Freud extraería la discusión sobre la pulsión de muerte del terreno natural y cientifista, para situarlo en el contexto social y simbólico. Al acuñar la idea de que la pulsión mas fuerte en el ser humano sea la muerte, Freud no intentaba decir que los seres humanos busquemos afanosamente nuestra destrucción sino que sentimos una extraña fascinación por “no ser”, básicamente integrándonos a grupos, religiosos, políticos, sociales o culturales en donde podemos tener la experiencia de ser “fondo contra fondo”.
Gran parte de los ensayos que George Bataille publicó en la revista Documentos,4 una de las más influyentes en la vertiente disidente del surrealismo, indagaban acerca del doble sentido antitético de la existencia humana, que parecía ir con la misma fuerza y de forma simultánea hacia arriba y hacia abajo. Por eso Bataille hablaba de lo informe, como una anti-categoría que se soportaba en un intento por desclasificar la valoración de esos extremos. Según Bataille, los principios mediante los cuales se producía la situación de lo informe eran la alteración, lo acéfalo y la bajeza, que aludían a la indiferenciación, la perdida de orientación y la identificación con el suelo. En ese sentido lo informe no estaba muy lejos de la pulsión de muerte freudiana.
El proyecto
Delcy Morelos emprendió un proyecto artístico que lleva por título 2006-2078, en referencia a la edad promedio que vive una persona en nuestra época, que intenta visibilizar la doble vía que caracteriza los procesos vitales. Según los fisiólogos el cuerpo comienza paulatinamente a degradarse como resultado del proceso vital. El oxígeno, que nos da la vida, por paradójico que resulte, produce un efecto devastador sobre nuestros cuerpos porque libera “radicales libres” al entrar en contacto con las células produciendo un daño irreparable en el colágeno que las recubre. Así como vuelve polvo el más firme de los aceros, desgasta nuestro organismo, a través de la esclerosis, hasta que el cuerpo sucumbe finalmente. Se diría entonces que a medida que vivimos entramos gradualmente en contacto con la muerte.
El proyecto 2006-2078 es una alegoría a los procesos que sobrevienen a la cesación de la vida y que se derivan de la degradación del cuerpo. Desde otros proyectos anteriores Morelos ha confrontado la concepción habitual de la pintura abstracta, que parecía apuntar hacia cuestiones intrínsecas a las convenciones estéticas, derivadas de fenómenos perceptivos. En lugar de ello se ha adentrado en problemáticas culturales o políticas, que pueden asociarse con sus imágenes mediante procesos de identificación imaginaria generados por la experiencia del cuerpo. Es por esto que en proyectos como Color que soy, estableció un procedimiento de trabajo que reforzaba las ideas propuestas por los fundamentos del lenguaje pictórico llevándolo a una conexión con el ámbito de lo real. Las piezas que conformaban el proyecto, aludían a la piel como el parametro de interpretación del campo del color.
2006-2078 propone la elaboración conceptual de una instancia del cuerpo, más estructural o básica, que podría traspasar las fronteras lógicas de la diferencia y por lo tanto suscitar formas de solidaridad mas perdurables: la noción de la muerte. No se trata en ningún caso de una postura necrófila, o de un desconocimiento de los fenómenos sociales que producen la muerte de diversos sujetos por causas violentas. En cambio, el proyecto se sustenta en una mirada filosófica acerca de los fenómenos que acontecen sobre el cuerpo, una vez que la vida ha cesado, con el ánimo de encontrar un nucleo común entre los seres humanos que nos permita identificarnos mutuamente por encima de nuestra distancias culturales y sociales.
Las obras que constituyen este proyecto artístico son pinturas que se componen de un trasfondo oscurecido, como una especie de vacío, de donde emergen dos parejas de bloques cuya forma parece sugerir un elemento estructural, geómetrico u orgánico, que parecen haber estado unidos en un momento anterior y que presentan una separación en dos estadios en cada pieza. La imposibilidad de indentificar de forma definitiva su significación recuerda la noción de alteración propuesta por Bataille para aproximarse a la dimensión del cuerpo cuando intentaba desclasificar las valoraciones más arraigadas a él, desde la filosofía clásica. Adicionalmente plantea un descendimiento de la verticalidad patriarcal del género pictórico, al evidenciar algunas huellas de una elaboración desde la horizontalidad. Este giro hace más compleja la interpretación de las fuentes geométricas, dado que las extrae del universo matemático.5
Así mismo esa tendencia a la dispersion o disolución se puede emparentar en el fenómeno del mimetismo desarrollado por Roger Callois a comienzos del siglo XX.6 Callois refutaba el enlace entre el mimetismo animal y el instinto de conservación (principio del placer) porque había encontrado que la interpretación del fenómeno se había simplificado por su inclusión dentro del campo visual. Él se encontró con que los depredadores consumían casi en la misma proporción animales mimetizados o animales sin mimetizar dado que aunque un saltamontes se viera como la hoja de una planta, seguía oliendo como un saltamontes o seguía emitiendo ondas de calor o vibraciones corporales. Por eso Callois insistió en que el mimetismo era una especie de sintoma que anunciaba el deseo, por parte de los animales, de ser fondo contra fondo y no figura contra fondo de forma analoga a los planteamientos realizados por Freud en torno a la pulsión de muerte mencionada más arriba.
El proyecto 2006-2078 aborda de forma alegórica diversos estadios y experiencias ligadas a la muerte, para confrontar su densidad y estatus en el ámbito moral y para encontrar en ella una base de comprensión o conocimiento de las diferentes lógicas que constituyen nuestra experiencia corporal que pueden aportarnos un saber cuyos efectos aun desconocemos.
Jaime Cerón
1Honorato de Balzac, Piel de Zapa, Editorial Porrua, Pag. 174-175
2Platón, Diálogos, Tomo III, “Timeo o de la Naturaleza” Ediciones Universal, Bogotá.
3Ver Sigmund Freud, “Mas allá del principio del Placer”, en Psicología de las masas, Alianza editorial, Madrid 1994
4Ver Georges Bataille, Documentos, Monte Ávila Editores, Caracas, 1969. En 1995 el Centro Georges Pompiodou de Paris organizo una ambiciosa exhibición sobre la noción de lo informe que se planteo como una lectura oblicua o sesgada del arte moderno. Sus curadores recogieron sus diferentes argumentos en una especie de diccionario que hizo las veces del catálogo de la muestra. Al respecto ver: Rosalind Krauss e Ives Alain Bois, Formless a user’s guide (Ed.) Zone Books, Nueva York, 1997.
5En la década del noventa se realizó una exposición que versaba sobre la manera en que la geometría que circula por las prácticas artísticas suele estar desprovista de sus fundamentos matemáticos que han sido reemplazados por la contingencia de sus usos culturales en diferentes contextos. Ver al respecto Jeffrey Deitch, Geometría Cultural, En Manifiestos del arte posmoderno, Anna Maria Guasch (Ed.). Madrid; Editorial Akal / arte contemporáneo. 2001.
6Ver Roger Callois, El Mito y el Hombre, “Mimetismo y Sicastenia Legendaria”, trad. Jorge Ferreiro, 1 reimpresion. México D.F., México, Fondo de Cultura Económica, 1993.