Colorem Echinometra de Miguel Bohmer
Publicado en: ArtNexus. no. 156.
Año: 2018
La Casita es un espacio artístico que surgió a partir de la colección de Simón y Maritza Chehebar unas calles al norte del barrio San Felipe que se ha convertido en los años recientes en el Distrito del Arte en Bogotá, no solo porque concentra cerca de 20 espacios artísticos entre galerías, salas de exhibición, fundaciones y espacios independientes, sino porque alberga un sin número de talleres de artistas. Desde su creación, La Casita opera mediante la comisión de proyectos artísticos específicamente concebidos para el primer piso del espacio en dialogo con una pieza de la colección de los fundadores del espacio -que está exhibida permanentemente en el segundo piso del espacio.
Miguel Bohmer, quien comenzó sus estudios a comienzos de la década de los noventa y que comenzó muy tempranamente a exhibir su trabajo, ha tenido como preocupaciones recurrentes en su trabajo artístico el interés en el dibujo de gran formato y el análisis de la iconografía animal. “Colorem Echinometra”, el proyecto expositivo que se presentó entre abril y junio en la Casita, está concebido a partir del análisis de la fauna marina. Al ingresar al espacio los espectadores se encontraban con más de 2 mil fotografías de moluscos marinos, montadas perfiladas como círculos pequeños y cubiertas de resina, que conformaban un mosaico que cubría la pared inicial. Tras el mosaico había un corredor que generaba un recorrido a través de distintas atmosferas cromáticas, en donde gracias el uso de espejos se creaban distintas ilusiones ópticas, para conducir al espectador a un espacio blanco, más amplio, en donde se situaban 4 dibujos circulares de gran formato, así como una gran escultura alusiva a la imagen de un caracol marino.
Los diferentes tonos utilizados en este recorrido parecían haber emergido de los colores empleados en los dibujos, a la vez que las imágenes visibles en ellos parecían haber surgido de las fotografías del mosaico inicial. Estos cuatro dibujos y la escultura fueron complementados con una obra sin título de Álvaro Barrios de 1972, con la cual se planteaba el dialogo entre el proyecto “Colorem Echinometra”y la colección Chehebar que es la marca de agua de las exhibiciones en La Casita. Para salir de esa sala era necesario atravesar un nuevo espacio cromático en donde Bohmer instaló un par de dibujos realizados sobre papel pergamino varios años atrás, pero cuyas imágenes que reforzaban el dialogo entre el nuevo proyecto y la obra de Barrios.
La ilusión imaginaria ha sido un ejercicio clave a lo largo de la obra de Miguel Bohmer que parece funcionar como una trampa para atrapar la mirada de los espectadores. Es ampliamente conocida la mención que hizo Plinio el Viejo acerca de la contienda entre los pintores Zeuxis y Parrahasios (que vivieron en el siglo V a. C.), para determinar quién de los dos era un mejor artista. El relato dice que Zeuxis pintó unas uvas que hicieron bajar volando a los pájaros quienes intentaron picotearlas. -ante lo cual, Zeuxis le pidió a Parrhasios que quitara el velo que cubría su obra y le enseñara lo que había pintado, descubriendo para su pesar que el velo era la pintura. Si a los pájaros se los engaña con lo que hay delante del lienzo, a los seres humanos con lo que hay detrás
Ante una imagen ilusionista, en el sentido convencional manifiesto en el anterior ejemplo, podemos asumir que vemos por una ventana una realidad que está detrás de la obra. Sin embargo, Bohmer mantiene una tensión en sus imágenes que tienden a mostrase como transparentes y opacas a la vez, porque a pesar de la sofisticación de la factura de sus piezas, sus soportes se tienden a revelar como artificios. Por ese motivo podemos llegar a verlos como proyecciones que existen entre la superficie de las obras y nuestro cuerpo. Es ahí cuando nos sumergimos en una experiencia de identificación entre el mundo animal, con todas sus implicaciones y nuestro universo cultural que puede parecer enteramente alejado de él. En ese sentido podríamos decir que vemos como los pájaros. La configuración espacial del proyecto “Colorem Echinometra” funcionaba como una traducción corporal de lo que planteaban sus dibujos, dado que podría suscitar una reflexión sobre la equivalencia entre los cuerpos de esos animales y nuestro propio cuerpo.
Jaime Cerón
agosto 2018