Durante la última década se ha implementado la Política Pública LGBTI en el Distrito Capital, que de la mano de procesos de organización social y política ha llegado a enriquecer notablemente los procesos de gestión y fomento de las prácticas artísticas que desarrolla la Alcaldía Mayor de Bogotá. Al igual a como ha ocurrido con otros sectores sociales cuyos derechos culturales no habían sido plenamente reconocidos, las comunidades que conforman el sector LGBTI han logrado ganar importantes espacios de representación cultural como consecuencia de esta garantía plena de sus derechos, que se manifiesta en una agenda social y política que visibiliza sus prácticas culturales.
Las nociones de arte heredadas de la modernidad ocultaron los sesgos hegemónicos que las orientaban (en términos culturales, sociales y políticos), escudándose en una hipotética universalidad de sus prácticas que se manifestaría en su distanciamiento de las poblaciones y territorios de los cuales emergieron. Durante mucho tiempo se argumentó que el arte no tenía clase, ni raza, ni sexo, ni época, ni lugar hasta que los movimientos sociales en décadas recientes dejaron ver que lo que esa idea solo representaba las concepciones culturales de los varones blancos, heterosexuales y de clase alta. Por esa razón, cuando se hablada del arte realizado por personas que no encajaban en esa subjetividad tácita, como por ejemplo el que hacían las mujeres, se hacía visible una forma soterrada de sexismo, porque se cambiaban los estándares. Si un hombre, como Vincent Van Gogh pintaba flores, la crítica o la historiografía evocaban en las obras significados asociados a la libertad y la expresividad universales. Pero si una mujer como Georgia O’Keeffe pintaba flores, la crítica o la historiografía solo aludían a la maternidad o la feminidad asociadas a los roles que se les asigna socialmente a las mujeres dentro del patriarcado.
Las prácticas artísticas en Colombia han emergido de las más diversas subjetividades y han cruzado sus búsquedas creativas con agendas de carácter social y político. Esto ha ocurrido en la literatura, las artes plásticas, el teatro, la danza y la música. Sin embargo durante mucho se guardó silencio frente a aquellas que movilizaban representaciones culturales provenientes de las sexualidades no hegemónicas y en los casos en que fueron objeto de interés se buscó diluir sus particularidades en eufemismos o generalizaciones.
Desde hace diez años es cada vez más posible que las prácticas artísticas sean valoradas a partir de todas las particularidades culturales que las constituyen y por eso ha sido tan importante que instituciones como la Alcaldía de Bogotá haya desarrollado proyectos que a través de acciones afirmativas le den cuerpo a esta Política Pública LGBTI en el Distrito Capital. Hoy en día es cada vez más habitual que pensemos que una obra de arte, sin importar a que género artístico pertenezca, puede será apropiada culturalmente desde aquello que la hace local, contingente y diversa. Esa es su universalidad.
Jaime Cerón