Fotográfica Bogotá 2007
II encuentro internacional de fotografía
Desbordando la objetividad
Dino Bruzzone
Curaduría: Estefanía Sokoloff
Centro Colombo Americano
2007 - Bogotá, Colombia
II encuentro internacional de fotografía
Desbordando la objetividad
Dino Bruzzone
Curaduría: Estefanía Sokoloff
Centro Colombo Americano
2007 - Bogotá, Colombia
La fotografía nació como consecuencia de una determinada cultura visual a la que ella misma contribuyo a fortalecer e imponer. A la postre la historia ha terminado por convertir esa cultura fotográfica en un marco en el que el medio fotográfico original no ocupa más que una pequeña parcela.1
-Joan Fontcuberta
Los artistas contemporáneos que trabajan desde la fotografía suelen apoyarse en una convención cultural que sugiere la presencia, desde una cierta distancia, de la realidad objetiva en la imagen fotográfica. Si tiene validez una instantánea, aun con sus posibles deficiencias formales, es porque parece acercarse a una idea de la verdad, sintomática del ser del mundo. Si desde nuestro momento histórico, entendemos que esa idea es una función cultural de la fotografía antes que hecho empírico, no estamos aun a salvo de sus efectos imaginarios.
1Joan Fontcuberta, El beso de judas, fotografía y verdad, “Verdades, ficciones y dudas razonables” 3 ed. Barcelona, España, Editorial Gustavo Gili 2000. pág. 147.
-Joan Fontcuberta
Los artistas contemporáneos que trabajan desde la fotografía suelen apoyarse en una convención cultural que sugiere la presencia, desde una cierta distancia, de la realidad objetiva en la imagen fotográfica. Si tiene validez una instantánea, aun con sus posibles deficiencias formales, es porque parece acercarse a una idea de la verdad, sintomática del ser del mundo. Si desde nuestro momento histórico, entendemos que esa idea es una función cultural de la fotografía antes que hecho empírico, no estamos aun a salvo de sus efectos imaginarios.
El significado cultural de la fotografía proviene de la manera como permite vincular las diversas fantasías que produce la identificación imaginaria acerca del mundo. Dado que la imagen fotográfica fija aspectos del tiempo y del espacio, siempre es posible imaginar, a partir de ella, la posibilidad de volver e ese momento y lugar. Y, si pudiéramos volver a ellos, y cuántas veces no hemos fantaseado con hacerlo, ¿Que registro guardaríamos? ¿Miraríamos esos hechos desde el mismo ángulo y de la misma manera?
Los procesos de identificación del cuerpo, tienden a brindarle un lugar en el mundo. Nos identificamos con nuestros semejantes, tanto como con los objetos que nos rodean, para verificar la manera en que hacemos parte de lo real. Sin embargo la realidad que percibimos se configura como una imagen que nuestro cuerpo proyecta por el efecto de percibir información arrojada por nuestros sentidos. Si nuestro cuerpo recibe tan solo imágenes de lo que nos rodea, el mundo nunca será otra cosa que una experiencia imaginaria. La fantasía domina el registro imaginario de lo real, porque a través de ella enlazamos los elementos del presente a un tiempo anterior e imaginamos que en un futuro será posible que la realidad se ajuste a nuestro deseo.
El trabajo de Dino Bruzzone tiene como punto de partida y de llegada la fotografía. Sin embargo implica otra serie de prácticas y conjuga diversos saberes, porque su interés en las imágenes que funcionan como inicio del proceso está marcado por la posibilidad de relacionar con ellas algún tipo de vivencia juvenil para las personas que tienen más o menos su edad. Esos lugares: el cabaret, la discoteca, el parque de diversiones, la cancha de fútbol, entre otros, fueron el escenario de diversas experiencias, compartidas por distintas personas, que aun así podrían que no ser asociados a un solo tipo de recuerdo. En una segunda instancia, su trabajo implica reconstruir esos lugares en maquetas lo más verosímiles posibles, que puedan permitir una indagación en torno a los mencionados lugares, que no era posible realizar en la primera imagen. Estas maquetas funcionan como especies de fotografías, abriendo la opción imaginaria de conectarse con sus espacios y ambientes, para generar identificaciones que superen incluso lo que podría ocurrir si se regresara a los “sitios originales”.
Aun así, estas maquetas serán objeto de la realización de un tercer nivel de elaboración dentro de sus proyectos, que consiste en hacer fotografías de peculiares ángulos y situaciones en su interior. Estas piezas traen consigo una serie de transformaciones que pueden llevarnos a pensar que se trata de imágenes, tres o cuatro veces más fotográficas que los puntos de partida, porque implican una mayor conexión con el orden convencional de la fotografía. Sin embargo esa presencia del mundo, latente en cada imagen, es el resultado de una profunda alteración en la realidad de ese mundo hipotético.
Dino Bruzzone se apropia de nuestra credulidad en las imágenes que produce el mundo, para acercarnos a la idea de que la misma realidad es una construcción cultural, que obedece a las fantasías que proyecta el deseo de los sujetos y que se ubica en medio de las disputas simbólicas entre los sistemas de poder. Sus fotografías nos aproximan, de la mano del lenguaje de la reportería gráfica, a una serie hipotética de hechos verificables que luego nos damos cuenta que son enteramente ficticios. Al hacernos conscientes de la construcción codificada de "aquello" que por un momento nos pareció real, podemos dudar respecto si no todo lo que vemos como real tendrá el mismo transfondo.
Jaime Cerón
1Joan Fontcuberta, El beso de judas, fotografía y verdad, “Verdades, ficciones y dudas razonables” 3 ed. Barcelona, España, Editorial Gustavo Gili 2000. pág. 147.