El arte en Bogotá en el año 00



Publicado en: Periódico El Tiempo
Año: 2000

Entidades privadas, instituciones públicas y esfuerzos de personas aisladas son las instancias que sostienen la producción artística en Bogotá. El año 2000 estuvo marcado por la realización de eventos muy diversos dentro de los cuales tuvieron una mayor capacidad de recordación las exhibiciones concebidas como grandes eventos, o mas bien como llamativos espectáculos. Las retrospectivas de Negret y Rufino Tamayo, Picasso en Bogota y la Donación Botero serian ejemplos notables de lo que fue para un amplio sector del publico ¨la actividad artística en Bogotᨠen el año que terminó. De manera más sutil tuvo lugar una gran exhibición del cubano Carlos Garaicoa, que reunió varias piezas de diversos niveles de interés e involucró un enorme esfuerzo museográfico.

Sin embargo, la actividad artística en la ciudad también estuvo marcada por otro tipo de acciones.  Durante este año se consolidó la actividad de muchos espacios artísticos vinculados a instituciones, como fue el caso del Callejón de Exposiciones del Teatro Municipal, y se abrió una Sala Alterna a la Galería Santa Fe, por parte del Distrito.  También se abrieron nuevos espacios particulares como Sala de Espera y La Pared que aun no determinan un perfil definitivo de sus actividades. De otro lado experiencias como en Vitrina, emprendida por Valenzuela y Klenner dejan evidencia de hasta que punto puede ser relevante disponer de un espacio con otro tipo de cargas culturales para revitalizar la actividad artística local tan tendiente a la convencionalización.  Adicionalmente durante el año 2000 se presentaron en la ciudad diversos certámenes que funcionaron como espacio de contextualización para muchos artistas. Durante la segunda mitad del año tuvieron lugar el Salón de Arte Universitario, el Salón de Arte Joven, el Salón Regional de Artistas, el Premio Luis Caballero y la Bienal de Bogotá.

A lo largo del año se destacó de manera singular la programación de las Salas de la Alianza Colombo Francesa en sus sedes norte y centro, cuya mirada resulta particularmente compleja y rigurosa.  Una de sus muestras mas interesantes durante el año fue la de Santiago Mongue en el mes de julio.  El problema de la identificación imaginaria, tan intrínsecamente ligado a la práctica fotográfica, fue complejizado por este joven artista que condujo su propia imagen a un encuentro con una noción de ¨lo otro¨ a través del enlace con emblemas de género e identidad cultural.  Sin embargo lo mas sobresaliente de este trabajo fue su capacidad de serializar críticamente la singularidad de sus modelos –Fridas Kahlos falsificadas a través de un ¨exceso de pose¨- que extendían su duración a través de varias tomas expuestas simultáneamente.  El único rasgo poco significativo de esta obra fue la adopción de un tamaño standard para todas las piezas y su enmarcación en retablo, que restaban particularidad a los diferentes enfoques y generaban un contexto ambivalente para las agudas imágenes.

En el lado contrario una de las exposiciones con mas flaquezas durante el año fue La Mirada del Coleccionista, presentada en la Casa de la Moneda de la Biblioteca Luis Ángel Arango, una de las instituciones habitualmente mas serias dentro del campo artístico colombiano.  En primer lugar el título de la muestra intentaba connotar un tipo de lógica en el ámbito de una colección privada que se echaba enteramente de menos una vez se iniciaba el recorrido.  No se podría negar el valor de la gran mayoría de obras presentes en esta colección, sin embargo resulta sorprendente descubrir que obras tan importantes no hicieran parte de una colección pública.  Aun así el nivel de algunas piezas no es una razón suficiente para llegar a convalidar la exposición como conjunto.  El sentido de la muestra dentro de nuestro contexto histórico ya no tiene valor simplemente por que en ella se exhiba el resultado de una acumulación previa como pudo haber ocurrido en el siglo XIX.  Dentro del tipo de expectativas que rodean la práctica artística contemporánea es de vital importancia aportar ideas dentro del diseño curatorial y museográfico que hagan inteligibles las circunstancias que conducen a que la muestra tenga lugar.  Si este fue el caso de La Mirada del Coleccionista, las circunstancias que vemos aparecer tras la exposición parecen enteramente ajenas tanto a la práctica artística como a la función de una institución cultural.

Para los visitantes de la ciudad resulta apabullante la intensa actividad artística de Bogotá, lo cual podría tomarse como un motivo de orgullo si de estadísticas se tratara, pero en realidad no podemos desconocer que el arte es en realidad un proceso de pensamiento que implica como una de sus instancias la exposición, que siendo fundamental para activar su dimensión comunicativa, no es su principal elemento de valor.  De esta forma mas allá de los eventos lo que merece la pena analizar es hasta que punto el arte está funcionando como un campo de enlace entre las diferentes experiencias que poseen los sujetos que integran una comunidad o si lo que está ocurriendo es que esta actividad se toma simplemente como un medio de afirmar una postura particular.  Solo cuando el arte se entiende como un hecho relevante cuando compromete situaciones que están por fuera de su ámbito convencional, por este motivo aun cuando este año se haya caracterizado por una intensa actividad artística no podemos pensar que estamos en el nivel óptimo, mas bien debemos cuestionar la facilidad con que los artistas ingresan en el terreno expositivo independientemente que desarrollen un proceso o no.