El cuerpo en el país de las maravillas: Fernando Pareja y Leidy Chávez
Publicado en: Revista Mundo. no. 35-36.
Año: 2010
i.
El concepto de cuerpo en occidente ha involucrado construcciones tan diversas que implica tanto sublimaciones sutiles como sórdidas transgresiones y degradaciones. Los diversos tipos de representación resultantes, han sido documentados o recogidos a través de las prácticas artísticas que funcionan como evidencias de las elaboraciones generadas desde diferentes ámbitos, experiencias y saberes. Por lo tanto, más allá de la presencia de los desnudos o retratos, en el arte del pasado o de las presentaciones performáticas o situacionales, en el del presente, hay una significativa permeabilidad de las imágenes artísticas ante representaciones generadas por distintos discursos ante el cuerpo. Para revelar el cuerpo, es necesario reconocer que por el circulan representaciones culturales e ideológicas que lo hacen contingente a la historia de la cultura visual moderna.
Las prácticas artísticas son generadas desde algún lugar dado que como es obvio, sus actores sociales poseen un sexo, una raza y una clase social, que determinan sus relaciones con otros sujetos y situaciones. Por ese motivo las prácticas artísticas permiten e incluso demandan formas de análisis que repasen las capas de información cultural que anteceden, constituyen y recubren una determinada concepción de la realidad.
El cuerpo no madura orgánicamente, sino que su transformación es serial, basándose en desconexiones, superposiciones y variaciones, por lo que tiende a ser descentrado. Al respecto los psicoanalistas lacanianos han insistido en la manera como la identidad individual emerge de la propia imagen del cuerpo en el espejo, que es asimilada a la imagen de un semejante. Por eso señalan que el deseo del sujeto es el deseo de otro, cuyo deseo a su vez no será el del primer sujeto, por eso la finalidad del deseo siempre se pospone. Es como un autobús que se anuncia pero nunca llega. De esta manera la identidad individual, que se entendería como autodefinición se confunde con la identificación, que significa la definición a través de algo más.
El complejo drama que sobreviene posteriormente es que la identificación imaginaria con la imagen del cuerpo de los semejantes, conduce a los sujetos a la repetición de toda suerte de estructuras culturales que llevan a la trágica conclusión de que aún los mas sentidos y sinceros comportamientos hacen parte de una cadena serial que se representa en la manera como actuamos ante diferentes situaciones sociales. Cuando alguien nos relata un determinado acontecimiento, un robo, un accidente, una decepción amorosa, lo más probable es que en repuesta le relatemos un hecho similar que le ha ocurrido a una persona cercana o a nosotros mismos. Por eso Lacan dice que la noción del “Yo” se construye simultáneamente desde dos perspectivas: el Yo ideal y el ideal del Yo. Un adolescente, por ejemplo, en el primer caso persigue todas aquellas experiencias que lo acercan a esa persona que el quiere ser, que pueden implicar excesos en el campo sexual, en el uso de drogas, en las salidas nocturnas y demás. En el segundo caso el mismo adolescente puede buscar las situaciones que lo sitúan cerca del lugar en donde debería estar, como son el buen desempeño académico, las adecuadas relaciones intrafamiliares, las creencias religiosas de rigor y en fin. En ese sentido su noción de “Yo” esta armada por esos dos conjuntos de experiencias, pero no se ubica necesariamente en el centro.
ii.
Fernando Pareja y Leidy Chavez han trabajo en torno al cuerpo imaginario, producido por fenómenos de identificación, lo que los ha llevado a revisar su hipotética interioridad, para sugerir que no es más que un efecto de fenómenos externos como el lenguaje, las convenciones sociales o los códigos culturales. La presunción básica de las ciencias naturales sobre el cuerpo viene a ser cuestionada, por la evidencia de que es construido artificialmente, dado que su desempeño social responde a las creencias y representaciones que constituyen la subjetividad de quien lo “posee”. Por trabajar en pareja, ellos logran desplazar muchas de las convenciones que se emplean para valorar el trabajo artístico y hacen ver que los procesos creativos llevados a cabo en colaboración amplían las preguntas sobre lo que esta en juego dentro del trabajo artístico.
Fernando y Leidy, se conocieron estudiando arte en Popayán (ciudad en la que nacieron) y han trabajado juntos desde 2002. El trabajo artístico en colaboración les ha permitido ahondar en la exploración del cuerpo, porque se han tomado a si mismos como modelos y la confianza que existe entre los dos les permite dar rienda suelta a la curiosidad que se requiere para explorarse mutuamente. Han llegado a conocer sus particularidades porque para ellos el cuerpo esta rodeado de rareza, lo que hace que no existan preconceptos para aproximársele. Algunas veces realizan fotografías de personas que ven en la calle, para luego proyectar sus fantasías y encontrarse, por identificación, en esos cuerpos “extraños”, cuando transfieran las imágenes fotográficas a otros medios, como la escultura, en donde tomarán otras implicaciones.
Una ventaja adicional del trabajo en colaboración es que los procesos pueden sostenerse mas fuertemente en alguno de los dos, si el otro ésta esta pasando por un momento menos fértil en términos creativos, porque para ellos es importante tomar como punto de partido los intereses estéticos que ya posee cada uno por separado. La aproximación entre estos intereses y la manera como señalan necesidades afines es lo que finalmente logra tomar forma en una obra determinada. En ese momento culminante ya se ha logrado superado, el peso del “Yo” de cada uno por separado.
La primera obra que exhibieron en Bogotá, mezclaba hábilmente dos perros, con sus propios cuerpos, de forma que las caras, las manos, los pies y los genitales eran de ellos, pero la imagen dominante era la del animal. La obra estaba hecha en plastilina blanca y era de una escala reducida. De forma similar, muchas de sus obras son esculturas de pequeña escala, realizadas en plastilina, en donde muchas veces se logra adivinar sus rasgos fisonómicos dentro de los personajes presentados. Habitualmente sus obras son protagonizadas por personajes inquietantes, que habitan situaciones extrañas, cuyos gestos corporales son a la vez captados de la observación de otras personas como de sus propias vivencias. En ellos exploran la vulnerabilidad de la apariencia del cuerpo y su relación con determinadas cargas sociales, porque están interesados en analizar y comprender lo vergonzoso e inaceptable que a veces parece un acto ordinario, llevado a cabo con tosquedad por un ser humano común.
La escala de sus obras las hace ver como elementos accesorios de un contexto de carácter doméstico. Sus piezas escultóricas parecen complementos de objetos cotidianos (como el mobiliario), lo que hace que establezcan una comunicación con los espectadores apelando a lo imaginario y a la fantasía, como si se tratara de juguetes. Baudelaire decía que los juguetes son las primeras versiones de arte con las que se encuentran los niños, pero que ya en la vida adulta no van a ser tan satisfactorias y convincentes las versiones perfeccionadas con las que se van a topar. Los juguetes son objetos para la ficción, cuyo vinculo subjetivo lo encarna el deseo y la fantasía que el arte no siempre logra despertar. Los juguetes pueden encarnar una base de interpretación para las cosas pequeñas que pueblan el mundo, porque parecen versiones manejables de la experiencia, concebidas a escala de la vida doméstica.
En las obras recientes de Fernando Pareja y Leidy Chávez, que pueden verse en su primera muestra individual en Bogota, exploran directamente el universo de los juguetes que lo comprenden como un simulacro de la construcción social de los sujetos. Sus intereses en el cuerpo se pueden relacionar con los juguetes con los que comenzaron a idealizarlo cuando eran niños, y por eso plantean conexiones con diversos trasfondos sociales, como la lógica del capital o la guerra. Su interés en las piezas que presentan en esta muestra es simular que el juguete es algo real y que puede hablar y plantear su punto de vista. El título de la muestra es Alicia en el país de las maravillas, en donde se cruzan algunas de las ficciones del cuento de Carroll con situaciones no del todo ficticias, como el hecho de que Alicia o el conejo tengan que trabajar para subsistir..
Jaime Cerón
Bogotá, Marzo de 2010