El papel del papel, Marco Maggi en Bogotá
Publicado en: Artnexus. no. 105.
Año: 2005
En las salas de exhibición de las dos sedes del Centro Colombo Americano de Bogotá, entre septiembre y octubre pasados, se presentó el trabajo del artista Marco Maggi,. Para este proyecto él centró su atención en un material que ha constituido el soporte por excelencia de la actividad que parecería ser la quinta esencia del trabajo artístico en la era moderna -el dibujo. y que no es otra cosa que el papel. Sin embargo, lejos de una aproximación convencional a este material, en términos artísticos, Marco Maggi se orientó hacia una indagación por los enlaces entre su uso dentro y fuera del campo del arte, lo que se hizo visible por su utilización de hojas de papel, industrialmente procesadas. Al emplear hojas de papel bond de tamaño carta, exactamente iguales a las que usamos todas las personas para imprimir nuestros textos o escritos en nuestros computadores, se producía un parentesco entre estas referencias y su proyecto artístico en particular.
Los enlaces entre escritos y dibujos han sido sugeridos históricamente, por todos aquellos analistas que han visto en ellos vestigios de una actividad primariamente cognitiva. Tanto los unos como los otros, parecen guardar la evidencia de un corto trayecto de desplazamiento entre la mente que los produjo y la mente que los percibió. Es desde este punto de vista como se llegó a pensar al inicio de la modernidad que el dibujo funcionaba como la conciencia de un artista. Posteriomente el análisis del dibujo se articuló a la tarea de proyectar un determinado rumbo para las ideas de un artista, anticipando los alcances de sus estadios posteriores. Hacia el final del siglo XX la concepción del dibujo en una dirección similar servía para reforzar una de las concepciones más arraigadas en los artistas y es la de entender su práctica como un proceso intelectual.
Cuando Marco Maggi sitúa su trabajo, hecho de cantidades inconmensurables de papel, dentro de un espacio arquitectónico, desplaza el uso y la escala de uno y otro, generando una demanda de intimidad y miniaturización a la experiencia arquitectónica y resignificando en un sentido corpóreo y material el sentido de cada hoja de papel. En lugar de centrar exclusivamente la atención de los espectadores en los incidentes que ocurren sobre las superficies de dichas hojas, él nos enfrenta en primera instancia a una situación contingente que involucra el peso y dimensión de cada una de ellas y su relación con la estructura axiomática del espacio arquitectónico en que están acumuladas. Por ese motivo el peso y dimensión del cuerpo de los observadores se vuelve significativo y demanda de él un cierto desempeño durante el recorrido del espacio.
Cuando se asume la función de espectador, se presupone un rol convencional, que se soporta en una tradición cultural y en una estructura ideológica, dado que parece privilegiarse una concepción específica sobre el arte como un componente definitivo de la visualidad. Como se nos ha dicho, la visualidad constituye tanto la base de la experiencia social de la visión como la de la experiencia visual de lo social. Por ese motivo, el simple acto de ver (o el creer que es legítimo que eso se deba hacer) introduce la adhesión a un concepto de arte, vertical, atemporal, formal o sublime. La duplicidad perversa del proyecto El papel del papel, se sostiene en requerir de una aguda percepción visual simultáneamente al hecho de haber demandado un activo rol corporal, que desmantela la persistencia del rol convencional de espectador. Ingresar dentro de esta obra implica reconocer un doblez en la experiencia que es producido por la indagación en una situación global que rodea al cuerpo y que convierte la obra en sucedáneo del edificio, a la vez que involucra el sutil reconocimiento de incidentes miniatúricos que se originan en la amplia gama de tonalidades que se descubren en el color blanco o en el descubrimiento de leves intervenciones en la superficie de las hojas. A través de cortes en algunas de ellas, se tiende a replicar la idea de una construcción dentro de una construcción, como sugiere la obra dentro del espacio, y se refuerza la evidencia corporal de este material que se vuelve susceptible y vulnerable, revelando toda su fragilidad.
Al suscitar una transformación en la experiencia dada por la arquitectura, esta obra esta proponiendo una intervención horizontal, sostenida exclusivamente por la fuerza de gravedad que se contrapone con la formalidad, verticalidad y trascendencia propias del arte durante la modernidad y señala la contingencia y transitoriedad de la experiencia del cuerpo, que puede descubrir diferentes temporalidades, situaciones y alusiones que no se satisfacen en el simple hecho de ver la obra. Por esto el Papel del papel podría entenderse como un desafío al orden convencional de la visualidad de las artes visuales.