En la Alzate, Medias Promesas y Arte Degenerado
Publicado en: Arcadia.
Año: 2008
En un mismo espacio, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, se reúnen actualmente dos exposiciones que desde diferentes puntos de vista y con intereses particulares se enfrentan a un mismo asunto: explorar las posibilidades que ofrece como medio el formato de la exhibición. La muestra Medias promesas, que ocupa el segundo piso, se propone como una curaduría mientras que Poesía Museo Filosofía [+ Arte Degenerado] en el primer piso, se plantea como una obra. Medias Promesas (*), que lleva como subtitulo: “agitadas actividades motoras”, reúne las obras de diecisiete artistas –incluyendo tres colectivos- articulados por el trabajo curatorial de Mariangela Méndez, y Poesía Museo Filosofía [+ Arte Degenerado] presenta exclusivamente a Pedro Manrique Figueroa, precursor del collage en Colombia. La primera relación que surge entre las dos tiene que ver con la manera como conciben el hecho de mostrar arte, de inscribirlo públicamente, que no se plantea para ellas como el fin último, sino como el medio de trabajo.
Para Medias Promesas el formato “exposición” funciona como un intersticio entre las obras de los artistas y el argumento propuesto como principio de cohesión, más conocido como eje curatorial. En ese sentido este proyecto de curaduría funciona como el género literario del ensayo. El continuo ejercicio de arriesgar contextos de interpretación de las prácticas artísticas de nuestro contexto nos puede hacer pensar que aquí la curaduría ha funcionado muchas veces de esa manera. Por lo tanto parecería confirmarse la idea expuesta por Mari Carmen Ramírez en el Salon Nacional de 2001, cuando dijo que la historia del arte en América Latina se ha escrito habitualmente desde la curaduría y no desde la historiografía.
Mariangela Méndez utiliza conceptos como magnetismo, electricidad, atracción y afecto para entrar en relación con el carácter obsoleto de la tecnología, de forma que el apego sentimental que se establece entre personas y máquinas pueda ser entendido como uno de los motores de la historia de los avances tecnológicos. Para decir esto de forma más sencilla basta señalar que las obras expuestas utilizan tecnologías en desuso como un principio de reconocimiento del trasfondo emocional que aproxima máquinas y deseos.
Hace un siglo cuando las máquinas parecían premoniciones de la obsolescencia de los seres humanos se pensaba que inaugurarían una era deshumanizada e impersonal, pero ahora cuando hemos convivido con ellas por tanto tiempo, las podemos ver como metáforas de la propia existencia humana. Cada máquina puede protagonizar su propio “momento estelar” pero también puede esperarlo por siempre en vano. Sin embargo muy posiblemente enfermará, tal vez sanará, pero seguro morirá, porque su ciclo vital será más largo que el nuestro pero llegará a su fin. Medias Promesas indaga por la forma como un aparato inerte, puede adquirir súbitamente una animación, aun cuando sea ilusoria, por la intervención de los artistas. Cuando se usan las palabras “maquina” y “animación” en la misma frase uno puede pensar en la Olimpia de los cuentos de Hoffman, pero en este caso la cuestión es menos siniestra porque no involucra ninguna intención mimética. En ningún caso estos artistas están apostando por una recreación no biológica de la vida, sino que exploran las tecnologías que no producen desasosiego porque son de sobra conocidas. Por eso es tan significativo que en la exposición se use la tecnología para volver la mirada al pasado.
Las obras reunidas exploran de diversas formas esas “agitadas actividades motoras” propuestas por el subtitulo de la muestra y las enlazan a dispositivos como el televisor, la máquina de escribir o el proyector de transparencias. Humberto Junca recrea la imagen emblemática de los marcianitos de Atari, utilizando estuches vacíos de casetes, mientras que Icaro Zorbar ha escrito letras de canciones sobre una cinta de audio que se pueden leer impulsando sus pivotes con un par de lápices. Este mismo artista presenta una delicada y precaria máquina sonora que mezcla partes de un reproductor de micro casete, una caja de música y un motor de calculadora para reproducir una cinta con la canción Volver. Pablo Sigg se tomó el trabajo de transcribir rigurosamente al revés el Ulises de Joyce (es decir de atrás hacia delante) y conformó un loop de cinco mil páginas, que ha ido imprimiendo continuamente durante la exposición, participando frenéticamente de la propia narrativa de esa compleja obra literaria. El ejercicio de seguir una a una todas las piezas de la muestra sería demasiado extenso para este breve artículo por lo que me aproxime a unos pocos ejemplos que dejen ver algunos de los rumbos y narrativas presentes. En ese sentido es necesario mencionar la pieza realizada por Pedro Manrique Figueroa, que desde un rincón de la sala y con la ayuda de un aparatoso proyector de diapositivas sirve de enlace directo con la muestra del primer piso.
Poesía Museo Filosofía [+ Arte Degenerado] se podría comprender como una nueva escenificación de lo que representa Pedro Manrique Figueroa, Precursor del Collage en Colombia, para el campo artístico local. Su trabajo ya ha sido presentado y discutido de diversas formas durante poco más de una década. El caso Manrique Figueroa parece encarnar las contradicciones y concepciones de la modernidad artística en Colombia y su relación con el contexto político y social. En la actual muestra utiliza una serie de estructuras de madera, como un aislante de los efectos institucionales y políticos del contexto de exposición: la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. En una gran caja de madera se presenta un diorama que permite fisgonear dentro de una reconstrucción de su habitación y en otra un poco más pequeña se proyectan imágenes de sus poemas. En medio de las dos hay una estructura semi cerrada en donde se exhiben algunos collages y proyectos de Manrique Figueroa, acompañados por imágenes y textos diversos -tomados de la prensa y otras fuentes- que movilizan los discursos de izquierda y derecha que impregnaron las construcciones culturales y políticas de América Latina durante la modernidad.
A manera de catálogo, la exposición cuenta con una edición en español de la Guía de la exposición Arte Degenerado realizada en 1937 por la Oficina de Cultura de la Dirección de Propaganda del Reich, que se mostró inicialmente en Munich para luego viajar por diversas ciudades de Alemania y Austria. Hipotéticamente, Manrique Figueroa tuvo la iniciativa de realizar esta publicación en 1980, como una forma de protesta ante las acciones de gobierno en el campo artístico –como los Salones Nacionales y Regionales de Artistas- y por eso supuestamente iba a dedicar la edición al nuevo Presidente de aquel entonces así como a su Ministro de defensa. La impresión nunca tuvo lugar según se dice, pero aun así la nueva publicación de Arte Degenerado se plantea como una reimpresión dirigida tanto a la actual exposición como al reciente Salón Regional del Ministerio de Cultura. Adicionalmente todo este material ha sido impreso e instalado dentro de la muestra sobre una superficie de madera que recubre parte del muro adyacente a los demás elementos expuestos.
Un última aspecto que puede mencionarse para caracterizar conjuntamente estas exhibiciones, es la manera como estructuran una crítica institucional, en un tono sutil y humorístico, no solo a la entidad pública que les sirve de marco, sino a nuestros propios sistemas de representación cultural y política que simulan ser reales, para enmascarar el hecho de que aun vivimos en medio de la “patria boba”.
(*) Participantes en Medias Promesas: Alejandra Acosta Viteri, Francois Bucher, León Rodríguez, Giovanni Vargas, Mauricio Cruz, José Tomás Giraldo, Humberto Junca, Carolina Loaiza, Pablo Sigg, León Trujillo Gómez, Combat TV, Ascii Art Ensemble, Colectivo Liliana Cubillos, Sebastián Fierro, Catalina Sanchez y Jessica Rosas, e Icaro Zorbar.