Felino o gato crecido, de Liliana Sánchez



Texto sobre el proyecto -Felino o gato crecido- de Liliana Sánchez,
desarrollado para el programa Nuevas propuestas 2008 de la Alliance Française, Bogotá.

Año: 2008

“Un diccionario comenzaría a partir del momento en que no diera ya el sentido sino las tareas de las palabras. Así, informe no es solamente un adjetivo que tiene tal sentido sino un término que sirve para desclasificar.”

–Georges Bataille


Liliana Sánchez se pregunta por la “naturaleza” de los impulsos taxonómico que nos motivan a buscar semejanzas, analogías o tipologías entre las distintas cosas que existen en la realidad. En principio, la taxonomía actúa “inocentemente” sobre el mundo para ajustarlo a categorías cuyos valores previamente fijados han sido delimitados dentro de un sistema de representación lógicamente estructurado. Si algo es peludo, tiene cuatro patas y corre, probablemente se trate de un animal.

En ese orden de ideas, llegamos a pensar que el mundo debería parecerse a lo que creemos que es. Sin embargo el filósofo francés Georges Batalle valoró la palabra informe por la manera como desmantela el principio de la forma que pareciera gobernar la naturaleza, haciendo ver que el universo en realidad no se parece a nada.

El principio de indiferenciación es lo que Liliana Sánchez adivina que emerge una vez que se sobrepasan los límites de las categorías taxonómicos que ordenan el mundo, permitiendo que emerjan otras posibilidades semánticas para leerlo. Los métodos taxonómicos se basan en principios científicos, hipotéticamente extraídos de la naturaleza, que establecen un ordenamientos que va del campo cultural al natural. Por esa razón la taxonomía lo que lleva a cabo es una operación de naturalización del saber científico que lo cubre de un manto absolutista, volviéndose susceptible de ser instrumentalizado. Es así como muchas formas de abuso, explotación y discriminación de unas personas por otras suele apoyarse en ideologías racistas que emplean procedimientos taxonómicos.

Las ciencias naturales generan representaciones acerca de la naturaleza que ocultan la artificialidad de sus propias categorías de recolección y análisis. Por esto la taxonomía parece ser un sistema de conocimiento del mundo, transparente e inofensivo. El saber científico silencia la contingencia, localidad y parcialidad de sus alcances y encubre el carácter de ficción de sus enunciados, al punto que no solemos pensar que la ciencia es una representación cultural.

Felino o gato crecido, como llama Liliana Sánchez a este proyecto, se basa en procesos de acumulación de signos gráficos y fragmentos impresos, que necesitan estar dispuestos en una relación con otros, y que además solo pueden llegar a configurar algo con la ayuda de la estructura del edificio en que se presentan. De esta manera se desmantelan las categorías canónicas de clasificación de los medios, porque la obra se puede leer a la vez como dibujo, estimación o instalación. El hecho de que no se pueda reducir el trabajo a una sola cosa recuerda de nuevo a Batalle porque él mencionaba la alteración como una manera de producir lo informe, dado que el término era empleado para hablar de transformaciones irreductibles a una sola dimensión interpretativa. Por lo tanto la obra puede plantear un valor semántico desde sí misma, o puede encontrar sentido desde los elementos conceptuales que la rodean desde afuera.

La configuración espacial del proyecto obra parece actuar como una mancha sobre el muro que podría crecer continuamente si el espacio lo permitiera. La relación entre las líneas granizadas en cada segmento es igualmente simbiótica. Por eso la obra replica en la situación externa que produce, el mismo principio que se ha seguido para generar sus unidades constitutivas, llevando a la doble cadena interpretativa mencionada en el párrafo anterior.

Plantear una pieza que es indisoluble del espacio arquitectónico en que se ubica, hace pensar que se está intentando infiltrar lo que de ese espacio se desprende. dentro del arte de vanguardia de hace un siglo, se hablaba frecuentemente de unir o articular el arte y la experiencia vital. Si se piensa “logicamente” este enlace en una obra dad, por ejemplo un cuadro, la experiencia vital estaría inmediatamente en el límite en donde el cuadro cesa de ser un objeto. Ese límite no es otro que la arquitectura. Unir arte y vida -por romántico y anacrónico que parezca- implicarían gran medida articular el arte a la arquitectura. En el caso de Liliana Sánchez esa articulación en realidad parece buscar una extensión estratégica para sus indagaciones y propuestas, que llegue más cerca de las propias categorías que dan forma a lo real. Esa es otra de sus formas de resistir los efectos ideológicos de la taxonomía.


Jaime Cerón