Las prácticas artísticas contemporáneas han reubicado los alcances conceptuales del dibujo al considerar más rigurosamente sus implicaciones culturales y políticas y al someter a un análisis crítico la concepción re-presentación que se había heredado casi sin cuestionamientos desde el renacimiento. Diversos artistas han posicionado la acción de dibujar como un principio de resistencia a las creencias artísticas más arraigadas en la modernidad, tales como que el dibujo sea la conciencia de un artista o que esté en capacidad de expresar su “yo interior” al plasmar su estado anímico o emocional.
Mateo López se ubica en este último grupo de artistas, dado que su trabajo asimila el “acumulado” histórico que el dibujo acarrea, en lo que a técnicas, procedimientos y problemáticas se refiere, confrontando las convenciones culturales que le ha otorgado un valor simbólico. Al recurrir al máximo nivel de minuciosidad posible en la elaboración de sus imágenes, pone en jaque la valoración de los gestos manuales involucrados, dado que las piezas parecen hechas por una máquina y al recurrir en muchos proyectos a una coincidencia de escala 1/1 con los objetos representados genera una confusión entre lo real y la ficción. Muchas veces, sus imágenes parecen un fragmento de la realidad objetiva y no una construcción artificiosa, lo que las distancia de la idea establecida de arte, propiciando una relación mucho más abierta y compleja con los espectadores.
La importancia del concepto de ilusión, dentro del trabajo de Mateo López, emergió de la manera como en el arte del pasado reemplazó culturalmente la noción de realidad, hasta el punto que hoy se suele llamar realismo al arte ilusionista. Sin embargo sus imágenes no se circunscriben de ninguna forma al terreno convencional de los discursos sobre el arte, sino que dialogan con una cultura visual, mucho más amplia y significativa en términos ideológicos, que abarca todas las esferas del campo social y cultural. El ilusionismo, en ese orden de ideas, le permite un análisis crítico de las convenciones estéticas atadas al arte con mayúscula, así como una identificación y transformación de otros referentes culturales. En ese sentido es importante para su trabajo la extracción de imágenes desde fuentes impresas, que no solo implican un nuevo principio de mediación de la realidad objetiva, sino que involucran asuntos de diseminación y distribución de información y poder.
Mateo López, desnaturaliza el papel que desempeña la idea de imitación en el arte, para cuestionar su carácter inofensivo y mostrar su relación con la simulación y la mímica que como gestos culturales, replantean cualquier instancia de verdad.
La coincidencia de escala, antes mencionada, facilita la identificación entre un objeto y su representación gráfica. Cuando descubrimos que un billete de dólar es en realidad un dibujo, nos sobreviene una confusión que tiende a afectar, no solo nuestra relación con la obra, sino la comprensión y experiencia que tenemos del objeto ella alude. En este caso en particular viene a la memoria la falsificación de dinero, frecuente en Colombia, así como la propia convencionalidad y arbitrariedad del capital simbolizado en lo que vienen a representar esos pedazos de papel que llamamos dinero.
Para que obras como la anterior funcionen significativamente, ha sido necesario articular dos tradiciones artísticas políticamente opuestas: una que asume el arte como una suplantación o anticipación de las condiciones de vida —el realismo— y otra que lo concibe como una serie de acciones e intervenciones estratégicas para que las condiciones de vida se transformen –el apropiacionismo. Su obra se vale de la habilidad histórica de transferir información de un contexto a otro, que arte occidental ha utilizado para hacer referencia al mundo objetivo, para analizar y replantear la estructura de dicho mundo. Cuando Mateo López nos muestra un recipiente de kumis realizado en lápiz y papel que simula ser real, nos invita a pensar que esa irrealidad convencional que descubrimos finalmente puede ser la estructura que sostiene lo que creemos que es el mundo.
Considerando el doble rol que juega la imitación en el trabajo de Mateo López, se podría decir que sus piezas socavan la certeza de la experiencia del mundo objetivo cuando intentan reemplazarlo con facsímiles y simulaciones.
En la exposición adentro y en medio, López partió del paradigmático y misterioso taller del artista para señalarlo como un ámbito de representación de la noción de arte, tan hegemónico como la noción misma de exhibición. Dicho espacio estaba lleno de objetos facsímiles de las herramientas y materiales asociados a la representación mimética. Al descubrir que las hojas de papel rayado o cuadriculado de una libreta de dibujo, han sido en realidad dibujadas o coloreadas, comenzamos a ver que ese soporte vacío que soporta neutralmente el proceso de configuración de las prácticas artísticas, el lienzo o el papel en blanco, ya posee una carga cultural y representativa. El lienzo o el papel representan una noción de arte y una concepción de mundo desde su propia existencia.
El taller, en la modernidad artística, se entendía como un espacio ahistórico y apolítico donde el pintor (hombre) se identificaba pulsionalmente con su modelo (mujer) para generar su proceso creativo. La creación artística se reservaba a los artistas (varones, blancos y heterosexuales) mientras que los demás sujetos debían identificarse pasivamente con sus efectos. En el caso de López el taller se desmitifica, no solo por inscribirse en el ámbito público, sino por mostrar la contingencia cultural y política que caracteriza lo que en él ocurre. El objeto que persigue su trabajo, es el propio vehículo que sostiene la representación, tanto en el arte como en el mundo, lo que produce la paradoja de que lo verdadero se revele como falso y lo falso como verdadero. Ante esa condición, los sujetos (de cualquier género) pueden explorar sus propias pulsiones y actuar creativamente desde sus intereses sin tener que asumir imaginariamente el papel que ha desempeñado el artista.
Jaime Cerón
Junio de 2006