La memoria del otro



Publicado en: ArtNexus. no. 121.
Año: 2009

Museo de la Universidad Nacional

Bogotá, Colombia

El problema de la memoria ha sido crucial para los artistas desde los propios orígenes de su actividad. Sin embargo, en las décadas recientes se han complejizado sus alcances porque la memoria compromete no sólo los hechos del pasado, sino las acciones colectivas y las respuestas individuales que suscitan los hechos desde un presente empírico. La idea de recordar para impedir que un hecho atroz se repita, ha sido la tarea de un sinnúmero de estudios académico, tanto como de un importante porcentaje de proyectos artísticos que apelan, mediante distintas estrategias, al sentimiento de solidaridad de los lectores o espectadores para lograr su cometido. Como caso ejemplar se puede mencionar el trabajo realizado, durante las dos últimas décadas, por el artista alemán Johen Gerz que ha recibido el apelativo de contramonumento (junto con otros artistas de intereses cercanos= por su particular agenciamiento de la memoria. En 1993, en el panel informativo, que se mantuvo en pie tras el hundimiento voluntario de su Monumento contra el fascismo, Gerz escribió: “Invitamos a los ciudadanos de Hamburgo y a sus visitantes a agregar sus nombres junto a los nuestros. Al hacerlonos comprometemos a permanecer alerta. Cunado más y más nombres cubran esa columna de plomo de 12 metros de alto, gradualmente descenderá dentro del suelo. Un día habrá desaparecido completamente y el lugar del Monumento contra el fascismo estará vacío. Porque al final solo nosotros podremos levantarnos contra la injusticia”

La dirección política del arte que busca responder y reparar, en términos simbólicos, los efectos del abuso del poder se manifiesta en contrarepresentar los escenarios y discursos que fueron responsables de lo atroz. No se trata de explicar la “verdad” del pasado, sino de exponer la distancia que lo separa del presetne que vendría a constituir. El presente, por lo tanto, es expandido para que alcance a evidenciar su propia memoria. Los proyectos artísticos que documentan la memoria vienen a ser testigos culturales de hechos que no pueden ser relatados, o al menos no de la forma como sucedieron. Sólo sirven como dispositivos para que las personas actúen, recuerden y tomen una posición.

La exposición La memoria del otro, curada por Anna María Guasch y realizada en el Museo de Arte de la Universidad Nacional, en Bogotá, reúne el trabajo de seis artistas europeos: Ursula BIemann, Hannah Collins, Francesco Jodice, Rogelio López Cuenca, Antoni Muntadas y Krzysztof Wodiczko, que trabajan en torno a las construcciones culturales sobre el “otro” en occidente. Para la curadora, la otredad responde a los conflictos de la vida cotidiana, pero es a la vez consecuencia de las redes globales de carácter hegemónico. Por eso vincula artistas interesados en los territorios como fundamento de un discurso social, que considera más investigadores de imágenes que creadores de ellas. De acuerdo con ese rol de recolección y análisis en torno a la cultura visual, Guasch reivindica las acciones de documentación como proceso creativo que está en capacidad de visibilizar una perspectiva subjetiva del manejo y diseminación de la información que los artistas “coleccionan, recoleccionan y presentan a través de narraciones, fracturadas imágenes e información de un mundo concebido como una base de datos ‘transdisciplinar’”

El video es el medio predominante en este proyecto curatorial, que parece funcionar en muchos casaos según una lógica documental, que emerge no sólo del empleo de los procedimientos de documentación mencionados anteriormente sino de una peculiar relación entre la narrativa de las obras y la experiencia de la realidad, de la que parece ser una huella material. En una conferencia pública realizada en 1992, en el marco de la exposición AnteAmérica, Doris Salcedo mencionaba que en el campo del arte podía encontrarse una serie de prácticas –dentro de las que se ubicaría su propio trabajo escultórico– que funcionarían de acuerdo a una lógica documental, que consiste en que los distintos gestos, metáforas y ficciones que estructuran las piezas artísticas estén estrechamente vinculados –como si se tratara de un índice físico– con una dimensión material, histórica y política de lo real. Cuando hago alusión a una cierta documental presente en las obras de “La memoria del otro”, estoy pensando más en esta categoría del  “arte documental” –como el de Salcedo (con sus trasfondos demarcadores) –que en el género audiovisual que recibe este tipo de etiqueta. Esta característica me fue sugerida en gran medida por la dimensión museográfica del proyecto curatorial, cuyo diseño estuvo a cargo de María Belén Saez de Ibarra, que situó cada artista en un espacio amplio y generoso, lo que permitió más hábilmente percibir la dimensión espacial y temporal de las distintas narrativas que se hacen presentes en los videos en correlación directa con el tiempo y el espacio “reales” de los espectadores. Significativamente, el guión museográfico del proyecto se incluye en el libro que acompaña la exposición evidenciando no sólo su valor teórico, sino su papel documental respecto del planteamiento general del proyecto, con todas las implicaciones conceptuales que esta situación acarrea.

La videoinstalación –a gran escala– Huellas secretas  del italiano Francesco Jodice, consiste en una serie de proyecciones sobre pantallas traslúcidas, que se articulan en torno al recorrido de los espectadores, y trata precisamente sobre los distintos trayectos que recorren personas comunes y corrientes en sus respectivas ciudades. Jodice los sigue, un poco a la manera de Sophie Calle, para lograr aproximarse a esas ciudades que son para él desconocidas.

La artista suiza Ursula Biemann, presenta una pieza que describe como videoensayo, bajo el título X -Mission, que aborda las transformaciones de los campos de refugiados, propuestos como soluciones transitorias, en situaciones permanentes. El formato que emplea le permite articular dimensiones teóricas, documentales y estéticas a la vez.

On translation: miedo, jauf, que es la pieza del catalán Antoni Muntadas, conjuga el propio interés del artista en describirse como un traductor de las imágenes de lo que pasa en el mundo contemporáneo , con los procesos globales de traducción cultural y política, centrando su atención en las tensiones que rodean la frontera entre España y Marruecos.

Rogelio López Cuenca, también español, analiza las construcciones culturales y políticas del Oriente como un lugar exótico, en su obra El paraíso es de los extraños. Es una instalación que combina el video y el archivo (tanto físico como virtual) para abordar simultáneamente la proyección imaginaria del otro exótico y los prejuicios étnicos y sociales.

Hannah Collins presenta una película inquietante y poética, que aborda de forma simultánea (en una doble pantalla) las experiencias contradictorias de vivir en la periferia de Rusia , y que surgió de la invitación de Edouard Chiline, un residente del pequeño pueblo de Beshencevo, que tras ver una de sus películas en Holanda, la invito a que conociera su familia y su pueblo. La película surge del guión que crearon conjuntamente ellos dos.

Krzysztof Wodiczko está presente en la muestra mediante una serie de registros videográficos de seis de sus intervenciones urbanas más relevantes . En su caso, el video funciona como un dispositivo.

En el libro que acompaña la exposición (mencionado más arriba), y que lleva su mismo nombre, además de la curadora escriben ocho autores más: Andreas Huyssen, Ada Sbriccoli, Álex Bauzá, Rafael Pinilla, Oriol Silvestre, Daniel López del Rincón, Modesta di Paola y Andrea Díaz. Ellos analizan tanto el fundamento conceptual del proyecto “La memoria del otro” como el principio de trabajo que define a cada uno de los artistas por separado. Igualmente, realizan análisis rigurosos, exhaustivos y agudos de cada una de las obras presentadas en la muestra, que están además debidamente documentadas en el libro. Uno de los textos que se destaca por su interés en abordar las problemáticas subyacentes al proyecto es el de Andreas Huyssen. Bajo el título de Aplicaciones transnacionales del discurso sobre el Holocausto y el colonialismo, se aproxima al uso cultural y plítico de la memoria dentro de las prácticas artísticas contemporáneas, mediante el análisis de l entrelazamiento de diversos campos de la memoria que llevan a cabo varios artistas. A diferencia de muchos estudios académicos sobre el tema, este tipo de prácticas artísticas desatienden las jerarquías habituales al abordar los hechos traumáticos como constitutivos los uno de otros.

Hbalar del otro implica siempre una práctica de proyección; por eso el discurso sobre el otro es siempre un discurso sobre el “Yo” , porque, como decía Frederic Jameson, la cultura es un espejismo objetivo del cual sólo es consciente un grupo humano, cuando se encuentra con otro grupo que le hace una mímica de sus rasgos mas característicos. La propia cultura es una apropiación de ese remedo que “el otro efectúa”, y su continuo intercambio con otros grupos reproduce sus efectos traumáticos, cuya memoria muchos artistas están revisando con su trabajo.


Jaime Cerón