Fotográfica Bogotá 2007
II encuentro internacional de fotografía
Desbordando la objetividad
Desbordando la objetividad: Los objetos y el cuerpo
Constanza Isaza, Eduardo Soriano, Laura Ribero, Liliana Angulo, Santiago Monge
Centro Cultural Universidad de Salamanca
2007 - Bogotá, Colombia
Desbordando la objetividad: Los objetos y el cuerpo
Dentro de las prácticas fotográficas contemporáneas se proponen diversas alternativas para desbordar la objetividad que se ha asociado a la fotografía desde sus inicios. Los varios capítulos curatoriales que conforman Fotográfica Bogotá, indagan de maneras diversas sobre la forma en que estas alternativas se delinean.
Dentro de la experiencia humana, el cuerpo y los objetos han protagonizado diferentes encuentros sustentados en la manera como nos identificamos con todas las cosas que nos rodean a lo largo de nuestra existencia. El concepto de objeto fundamenta la experiencia subjetiva de tal forma que muchos de sus significados lo definen como una finalidad para el pensamiento, el conocimiento o la acción, tanto como para la experiencia sensible. Un objeto es tanto una cosa, -un artefacto- como el asunto que el sujeto desea saber o aquello que fantasea con experimentar. Si los objetos representan la otra orilla de la subjetividad, es porque a través de ellos creemos distinguir los lugares que ocupan el cuerpo y el sujeto.
La fotografía ha estado ahí para documentar la existencia de los sujetos ante instancias de poder, como las fotos para documentos, o verificar el cuerpo ante sistemas de representación cultural, los retratos, por ejemplo. En estas últimas formas de representación, los objetos que rodean o acompañan el cuerpo son fundamentales para delinear una dimensión simbólica de las personas retratadas porque aportan información sobre sus condiciones sociales y económicas. Sin embargo quienes están detrás de la cámara también están presentes en otro nivel de registro de la imagen, indagando desde ciertas finalidades aquello que observan. El cuerpo fotografiado es su objeto. Como ejemplo se podrían citar las fotografías de indígenas que los antropólogos han realizado desde finales del siglo XIX, porque aluden más a los estereotipos de la antropología sobre los individuos retratados, que a ellos mismos.
Cuando se hablaba de representación dentro del arte, se pensaba que tenía que ver con la traslación de los objetos del mundo objetivo hacia el campo de las imágenes. Sin embargo estas a su vez también representan los lugares y posiciones desde donde actúan quienes las realizan, como nos deja ver el ejemplo antes mencionado.
Los usos que los artistas dan a la fotografía, cuando tratan de indagar acerca de las relaciones entre el cuerpo y sus objetos se mantienen próximos a la dimensión cultural de la imagen fotográfica. Sin embargo su interés está más cerca del sentido que adquiere la fotografía cuando es realizada por cualquier persona que cuando se asocia a ella un sofisticado valor artístico, ya sea formal o de otro orden. Pero si los artistas quieren trabajar sobre el sentido común asociado a la fotografía, no es para reafirmar las estructuras de poder allí presentes, sino para garantizar un código de acceso para los espectadores, que les permita incluso confrontar las propias estructuras de la realidad convencional.
Jaime Cerón
LILIANA ANGULO
Su trabajo rompe el silencio que se ha mantenido frente a la experiencia histórica de invisibilidad de las comunidades afroamericanas dentro de la cultura occidental moderna. Sus imágenes se enfrentan a las políticas dominantes dentro de la historia hegemónica, que dependían de la marginación de las diferencias culturales para posicionar sus modelos de representación. La hegemonía resultante de la imposición en una escala global, de la agenda política de un grupo particular, se consideró durante la modernidad como una dimensión universal. El arte moderno no escapó a esa lógica.
Mediante el uso de la fotografía, entre otros medios, Liliana Angulo contradice los esquemas que sustentan la construcción de estereotipos culturales sobre las personas de raza negra. Ella centra su atención sobre la manera en que el lenguaje, la historia y la cultura visual en occidente, abordan los asuntos de raza y género. Los personajes que construye dentro de su trabajo, actúan desde el lugar del estereotipo para contrarrestar el efecto marginalizante de tales representaciones. Al utilizar el humor, disminuye la tensión intrínseca a la situación que aborda y logra visibilizar de manera más efectiva las formas de dominación y marginación que han caracterizado las escasas referencias culturales a los negros. Las piezas que presenta en Fotográfica Bogotá, provienen de distintos proyectos y analizan de maneras diversas el cuerpo y los objetos que constituyen los estereotipos antes mencionados.
CONSTANZA ISAZA
Su trabajo parece alimentarse de la naturaleza muerta, que es uno de los géneros artísticos que más reubicaciones y transformaciones ha sufrido dentro del arte del último siglo y medio. El significado de las naturalezas muertas depende de la operación de una fuerte convención cultural, Si el paisaje o el retrato nos hablan de la manera como nos identificamos con el espacio o con el cuerpo, la naturaleza muerta se ocupa de revisar el valor cultural que tienen las cosas para nosotros. Desde sus orígenes, este género ha situado los objetos en un escenario imaginario, que nos permite un sin fin de asociaciones para llegar a definir lo que ellos podrían representar. Recogían desde mobiliarios, utensilios y recipientes, hasta frutas, verduras y animales muertos.
En la modernidad, las obras se pensaron como objetos lo que modificó el significado y función de “la naturaleza muerta”, que vino a sustentar la aparición de prácticas como el collage y el ensamblaje, y que abrió el paso para trabajar directamente con los objetos cotidianos prefigurando el campo de la instalación. La fotografía en ese mismo escenario, replanteó el lugar de los objetos y facilitó su conexión con la experiencia del cuerpo. Todo este gran preámbulo intenta situar las piezas de Constanza Isaza, que examinan el interior de frutos, insistiendo en su vulnerabilidad interior, para suscitar una referencia más directa al cuerpo y su carnalidad. Su lógica formal hace pensar en el carácter serial
SANTIAGO MONGE
Lo que motiva el trabajo que Santiago Monge presenta en Fotográfica Bogotá, es el universo de objetos que produce la cultura de masas. Sin embargo su interés no surge de los problemas del consumo o la producción de tales objetos, sino de los niveles de intimidad que se producen entre ellos y las personas. Cuando observa los juguetes, él quiere descontextualizarlos para otorgándoles una hipotética identidad subjetiva. Ha ido conformado una colección de muñecos, que reúne de acuerdo a diversas motivaciones, y con cada uno de ellos estable un nivel diferente de intimidad que comienza por el hecho de que convivan bajo el mismo techo. Él concibe los juguetes como representaciones culturales que se relacionan con la época en que se producen.
Realiza retratos fotográficos de algunos de estos juguetes, lo que resulta un tanto anómalo, dado que el retrato es simbólicamente constitutivo de la subjetividad. Prueba de ello son los innumerables “altares” que se erigen los empleados en sus oficinas con los retratos de sus seres queridos. Es tal el tono de seriedad que recubre dichas imágenes que hacer bromas en torno a ellas resultaría impensable. Completando el cambio de identidad, Monge añade un nombre propio seguido por un perfil, a cada uno de los personajes, proyectando así una cierta interioridad como la que le suponemos a las personas. Al ser personajes de dominio público, pueden tener historias ya registradas en los espectadores que se activen en el proceso de apropiación del proyecto.
LAURA RIBERO
Sus imágenes introducen la ficción dentro de la esfera documental. En su proyecto Catch tales, centra su atención sobre los principios de identificación que enlazan las personas a sus ideales, cuando intentan asumir un determinado rol social. Es así como los sujetos nos enfrentamos a la incertidumbre de constituirnos por una aproximación a un “Ideal del Yo” o a un “Yo ideal”. En el primer caso se trataría de asumir como finalidad aquellas cualidades que parecerían legitimar desde alguna instancia de poder un determinado un rol que parece inevitable desempeñar. En esta obra implicaría ser la empleada del servicio entregada abnegadamente a sus tareas. El “Yo ideal” en cambio, le demandaría seguir las fantasías que demarcan el rumbo del deseo, más allá de cualquier límite, como Alicia en el país de las maravillas.
Al situar las escenas de trabajo doméstico dentro de una vitrina comercial, se cruzan otros escenarios simbólicos en el camino de la identificación, que involucran cuestiones de género y clase. Parece existir un deseo de ocupar el otro lugar del reflejo, dentro del universo estable de los objetos del confort. Sin embargo más allá de una alusión a las desigualdades sociales, lo que esta en juego es el tipo de roles que son legítimos para una mujer de un lado u otro de la balanza de tales desigualdades. Confinar la feminidad al espacio doméstico parece ser el ideal externo del cual escapar, fantaseado con estar fuera de allí en la ciudad reflejada en la vitrina, fuera de su promesa de estabilidad.
EDUARDO SORIANO
El intercambio de roles entre los objetos comunes y la fotografía ha sido una preocupación central dentro del trabajo de Eduardo Soriano. En algunas obras ha propuesto una transferencia literal entre el objeto que la fotografía captura y la imagen resultante. De esta forma un espectador puede pensar que esta observando un objeto cotidiano, pero solo con una mayor atención logra entender que lo que tiene ante sí es un signo de dicho objeto. Esta sutil diferencia, instala una serie de preguntas sobre la realidad de lo real y sobre el estatus objetivo de la imagen fotográfica.
Cuando parte de objetos producidos artesanalmente –como el caso de los sombreros tejidos en fibras vegetales- él involucra a los productores "originales" de dichas prácticas, para que tejan con las fotos de las fibras. De esta manera la fotografía reemplazar los materiales empleados en la elaboración de las piezas, en una escala uno a uno. Sin embargo este sutil gesto es suficiente para confrontar tanto el carácter objetual de la fotografía, como la veracidad de las imágenes fotográficas, porque interroga la certeza que sentimos ante la idea de lo real.
Cuando realiza imágenes fotográficas de estructura superficiales, como mallas, introduce su materialidad a través de intaglios que remarcan el carácter físico de la imagen produciendo incidentes en la superficie de ellas, que intensifican los intercambios entre ficción y realidad y que se plantean como el fundamento de su práctica fotográfica.