María José Argenzio en KB, espacio para la cultura
Publicado en: ArtNexus. no. 154.
Año: 2018
En el nororiente de Bogotá está ubicado el Barrio San Felipe, que durante los últimos años se ha ido convirtiendo en el distrito artístico de la ciudad. En esta zona han emergido nuevos espacios expositivos, pero también se han trasladado salas de exhibición y galerías que ya existían en otras partes de Bogotá. Durante los últimos 5 años han abierto sus puertas en el barrio, cerca de veinte lugares de este tipo entre los que se encuentra KB espacio para la cultura. Su tercer año de actividad incluyó como muestra de cierre de su calendario de exposiciones de 2017 con el proyecto “Nobilitas: de sangre azul y otros mitos” de María José Argenzio.
María José Argenzio es una artista ecuatoriana, nacida en Guayaquil, que realizó estudios en Londres y que ha participado en diversos proyectos expositivos en diferentes lugares del mundo desde hace alrededor de 15 años. Sus obras se han configurado habitualmente a través de medios artísticos que se basan en la generación de situaciones en donde el tiempo, el espacio y el cuerpo de los espectadores parecen definirse mutuamente. Es así como ha realizado instalaciones, intervenciones y videos, que remarcan el carácter efímero y transitorio de la experiencia humana en relación con el momento y el lugar en donde ocurre. Su obra ha revisado de distintas maneras la construcción cultural de lo local en relación con los contextos hegemónicos que lo rodean, que implican relaciones de poder. Es así como ella ha llegado a trabajar a partir de representaciones culturales que dan forma a los relatos sobre el Ecuador que por un lado limitan con la idea de naturaleza tropical y por el otro con la colonialidad de su historia moderna. Por esa razón ella ha trabajado con frutas como el plátano y con materiales como el oro. Sus obras revisan las relaciones entre el pasado y presente y someten a escrutinio los hábitos y costumbres que son consecuencia de las representaciones culturales que dan forma a la vida cotidiana.
El proyecto “Nobilitas: de sangre azul y otros mitos” consistió en una instalación conformada por diferentes elementos que se relacionaban con el universo de la heráldica. El interés de Argenzio por trabajar a partir de ese universo surgió por la carga colonial que lo caracteriza y que tiene que ver con la manera como han sido adoptadas en el Ecuador prácticas culturales eurocéntricas desde mediados del siglo XVI. La adopción de estas representaciones culturales europeas implicó un distanciamiento paulatino de las concepciones y costumbres propias de las culturas indígenas locales que con el paso de los siglos fueron reemplazadas prácticamente por completo. El proyecto “Nobilitas: de sangre azul y otros mitos” utiliza la heráldica de manera crítica generando una contra-representación de sus rasgos estructurales. Lo que parece perseguir es un reemplazo simbólico de las implicaciones que han dado forma a los blasones a lo largo de la historia.
La heráldica es un código de representación del poder político y económico que surgió en la Europa de la edad media y que fundamentalmente representa las armas que detentaban las personas que hacían parte de linajes jerárquicos, como los que caracterizaban la aristocracia y el clero. Sin embargo, con el paso del tiempo la heráldica dejó de representar solamente a individuos y poco a poco fue extendiéndose hacia la representación de otros estamentos sociales o territoriales llegando a funcionar como el emblema de identificación de villas y ciudades.
Para María José Argenzio, el uso de la heráldica dentro del proyecto “Nobilitas: de sangre azul y otros mitos” tiene como finalidad generar un cuestionamiento a la facilidad con que han sido adoptados modelos culturales foráneos al intentar construir formas de identidad cultural en el contexto del Ecuador. Se trata claramente de los efectos de una situación colonial que ha demarcado la historia moderna de las sociedades en América Latina. Por esa razón Argenzio sustituye los elementos estructurales de la heráldica medioeval europea por emblemas culturales ecuatorianos, tales como animales, plantas, instrumentos musicales o elementos arquitectónicos, entre otros. Al realizar esta sustitución, está generando una contra-representación que implica usar la estructura discursiva de una representación cultural, para movilizar un discurso contrario. Por esa razón la imagen inicial de la obra puede ser “leída” como una exhibición heráldica, pero al analizar los elementos que configuran los “escudos de armas” se descubre que no apuntan en una dirección bélica, sino que recogen íconos de identificación cultural que se asocian con la propia historia y cultura aborigen del Ecuador. Esta noción se refuerza por el hecho de que las imágenes presentes en los estandartes han sido bordabas por indígenas ecuatorianas, que le imprimen una nueva densidad a la interpretación de las imágenes que han sido configuradas sobre los blasones.
Jaime Cerón