Miler Lagos
Publicado en: ArtNexus. no. 124.
Año: 2010
Miler Lagos nació en Bogota, en donde continúa trabajando desde hace más de una década. Su trabajo ha explorado el fenómeno de la apariencia, prestando enorme atención a los trasfondos culturales e ideológicos que lo determinan, para comprender que motivaciones inducen a las personas a proponer dispositivos que hagan que una determinada situación o hecho, simule pertenecer a otra categoría de experiencia.
Las razones por las que llegó a interesarse en este tipo de situaciones culturales, tienen que ver con su interés en identificar el legado cultural que es reconocido como legítimo en Colombia, así como por los comportamientos sociales en que se traduce.
Una de sus obras tempranas que puede marcar el inicio de un camino que aun sigue recorriendo es el proyecto Columbas (palomas mensajeras), que realizó en 1998 en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Este proyecto no solo permite caracterizar su peculiar atención a los procesos de identificación cultural, dentro de un marco discursivo decolonial, sino que también nos deja ver como determina un modus operandi en la conformación de sus piezas o en la elección de sus medios de trabajo. Columbas, consistió en un dibujo de cerca de 20 metros cuadrados, que realizó con maíz sobre el suelo de la Plaza de Bolívar, que motivo a varios cientos de palomas a posarse sobre él de tal modo que son estas aves los elementos que configuran visiblemente la obra. Dado que el proceso de configuración antes descrito, ocurrió hacia la madrugada, la obra en si es un registro fotográfico que recoge en tres pasos sucesivos el proceso de desconfiguración de la imagen, que no es otra cosa que la figura de un emblemático “tunjo precolombino”. Esta denominación, aplicada coloquialmente a todas las figuras antropomorfas provenientes de la etnia muisca, que habitaba la región aledaña a Bogotá antes de la colonización española, ocupaba el área central de la plaza, pero se iba deshaciendo paulatinamente. El interés de Lagos en intervenir transitoriamente este lugar, se originó evidentemente, en el peso histórico, político y cultural que lo constriñe, que comienza con la presencia simbólica de la estatua de Bolívar de Pietro Tenerani, y culmina con los poderes públicos representados en los edificios a su alrededor: el congreso de la republica, el palacio de justicia, la alcaldía de la ciudad y la catedral primada de Colombia. Estos edificios poseen rasgos arquitectónicos característicos de la cultura de los colonizadores (el barroco, el neoclacisimo, el modernismo) lo que intensifica la ausencia de los referentes de los colonizados en este importante lugar. Por esta razón la transitoriedad de la imagen conformada por las palomas hace notar esta ausencia.
Miler Lagos dice que esta obra está directamente relacionada con su proyecto Lugares soberanos, que realizó en 2002 como su tesis de grado, porque le indicó la manera como los procesos de exclusión social que han determinado el carácter de la cultura hegemónica en Colombia (que él identificó en la arquitectura de la Plaza de Bolívar), pueden ser rastreados en las afiliaciones que se han producido en torno a la adopción de modelos culturales, como los que caracterizan la historia del arte o la arquitectura. Es curioso además que la palabra Columba, que es una especie de paloma, tenga ecos morfológicos con la palabra columna o que evoque la palabra precolombino. Lugares soberanos era una instalación, que funcionaba como una obra específica de sitio, y consistía en situar un conjunto de 6 columnas como si sostuvieran la estructura arquitectónica de un espacio dentro de un edificio moderno. Las columnas estaban hechas de un material sintético llamado fórmica -cuya apariencia imitaba con cierta habilidad el mármol- que había sido sometido a un proceso de termo formado (se traba en realidad de un proceso artesanal llevado a cabo por el mismo artista) para simular las estrías de las columnas jónicas. Dicho material no es otra cosa que una hoja de papel impreso, recubierto con superficies plásticas, lo que será premonitorio de las obras que desarrollará algunos años después. En ese momento era crucial para Lagos generar interconexiones culturales, dado que el material empleado evocaba una serie de usos sociales que extraían estos ejemplos arquitectónicos de sus referencias habituales. Esta idea de la ficción o el simulacro que llega a sustentar la realidad material, seguirá diferentes rumbos en sus obras posteriores, pero la conexión entre su trabajo y los procesos de una noción ampliada de escultura, como la atención a la materia que configura sus obras y su transformación por diferentes gestos humanos, seguirán constantes en su trabajo. Lo mismo ocurrirá con las situaciones espaciales que configuran sus obras en los lugares en que se ubican. Lugares soberanos fue una de sus primeras obras en circular con relativa eficacia por diferentes contextos expositivos y por ese motivo comenzó a darlo a conocer dentro del campo del arte colombiano.
Un poco después, su preocupación por el abismo que fundamenta la apariencia, en términos culturales, lo condujo a revisar un tipo de práctica cultural aparentemente inofensiva, como los juguetes, prestando atención en ese proceso a los globos de superficies tersas y livianas. Fue así como en 2002 produjo el proyecto Nivel Zen, en donde mas de una docena de globos plateados emergen del suelo o parecen haber regresado a él por debilitamiento de su carga de helio, en una suerte de traducción cultural, en términos de clase y etnia, de la leve imagen de las Nubes de Warhol. Sin embargo los espectadores curiosos que se atrevieron a palpar los globos no podían salir de su desconcierto al constatar el enorme peso de cada uno de ellos (aproximadamente 7 kilos), que evidenciaba una nueva dimensión de la apariencia dentro de su trabajo. La complejidad del proceso de producción creativa –rellenar los globos de concreto sin alterar su forma- se mantenía a salvo de la curiosidad de los espectadores intensificando la extrañeza de la experiencia producida. Este procedimiento será retomado en 2005 por Lagos, con una serie de alteraciones bajo el nombre de Levedad insoportable.
Quizás el proceso anteriormente mencionado pudo ayudarlo a prestar atención a cierto tipo de monumentos públicos en Bogotá, o más concretamente bustos de personajes históricos, muchas veces precariamente configurados. Al mirarlos desprevenidamente Lagos , pareció notar que el resto del cuerpo parecería estar inmerso dentro del bloque de piedra o concreto, como la arquetípica represalia que los mafiosos en las películas hollywoodenses le hacen a sus enemigos cuando les funden cemento fresco en los pies. Uno de estos bustos llamó su atención, el monumento al político Luis Eduardo Nieto Caballero, porque los brazos del busto se apoyan directamente sobre el pedestal como si fuera un escritorio, lo que vuelve inseparable la base la iconografía. Miler Lagos hizo una proyección del resto del cuerpo dentro del volumen del pedestal y detectó que si éste estuviera completo, sobresaldrían una parte de la pierna derecha y la punta del pie izquierdo. Por eso procedió a moldear en poliuretano tales fragmentos corporales y los adhirió temporalmente al pedestal, para registrar el resultado fotográficamente. Llevó a cabo análisis e intervenciones similares en relación con otros monumentos en Bogota y posteriormente en Medellín y las fotografías resultantes configuran su proyecto Inmersos que fue realizado entre 2004 y 2008. Este proyecto se emparenta con Columba por el uso de la fotografía para documentar una intervención transitoria, como si fuera una táctica escultórica y desarrolla un aspecto latente de Lugares soberanos que es la omnipresencia de la retórica del poder.
En Los términos del juego, Lagos utilizó pelotas de hule de color rojo y azul, retomando su interés en los juguetes que había explorado con los globos plateados, y prestó atención a la manera como los juegos de pelota, por ser competitivos, funcionan como simulacros de los impulsos bélicos. La escogencia de estos elementos estuvo precedida por sus análisis de algunos bocetos que realizó Leonardo da Vinci para el diseño de catapultas, que desde el punto de vista de la ingeniería parecen precarias e inoperantes. Miler Lagos había conocido estas imágenes antes de ingresar al campo del arte. La finalidad de la obra era generar un situación espacial en donde se identificara el lugar de dos bandos (expresados por cada color de las pelotas de hule) cuyo límite muto estaría configurado por una barrera de bloques de papel impreso, con los bocetos de Leonardo. Extrañamente, las pelotas empleadas guardaban una evidente analogía formal con los proyectiles de los dibujos de Leonardo, lo que parecía parodiar la ineficiencia del diseño de las armas. La obra involucraba un juego de sentido que contradecía su apariencia, porque una vez que imprimió las miles de hojas con la imagen de los dibujos, Miler Lagos quiso que no hubiera una distancia entre el borde papel real y el borde del papel en que estaban hechos los dibujos, desgastado, fragmentado e impreciso por el paso del tiempo. Por eso prenso en bloques los impresos y recortó los excedentes con mucha precisión, usando una pulidora. Como consecuencia del calor producido por el disco, estos bloques de papel parecían tablones de madera que luego se revelaban como un conjunto de hojas sueltas. Las pelotas de hule, apiladas de distintas formas, también desconcertaban por su enorme peso que provenía de estar rellenas de concreto. En palabras de Lagos, se podría ver la obra como una reflexión sobre lo absurdo de la guerra y la seriedad del juego.
El proyecto conocido genéricamente como Cimiento, si duda el que más atención y aceptación ha tenido hasta ahora en su carrera, tiene como uno de sus antecedentes el proyecto anterior. Una de las primeras piezas de este proyecto consistió en la impresión del grabado “La melancolía” de Alberto Durero, en 5.000 hojas que luego fueron recortadas en forma de tronco de árbol, cuyo borde externo parecía una corteza. Lagos tuvo la oportunidad de visitar Alemania para lo cual llevó consigo esta pieza y la ubicó frente a una serie de lugares relacionados con la vida de Alberto Durero. Con la ayuda del video grabó la manera como el viento iba diseminando las diferentes hojas por la ciudad, de la misma forma en que lo haría la propia distribución de los libros impresos por Gutenberg siglos atrás. El viento “ojeaba” cada una de las páginas y las llevaba pausadamente consigo para generar como efecto que el tronco desapareciera lentamente. Luego fueron surgiendo otras dimensiones del proyecto al encontrar imágenes que podrían matizar las relaciones posibles, entre el árbol, el papel y la difusión de las ideas y comenzó a utilizar nuevas herramientas de corte que generaron rasgos formales más sutiles. Dentro de este proyecto realizó un amplio número de piezas que han circulado ampliamente dentro del campo del arte internacional.
Hay un par de rumbos que emergen de Cimiento, que son la exploración de medios impresos como libros o periódicos prestando atención a su contenido, o la idea masiva del tiraje de una publicación periódica como camino a la configuración de su fuente última que es la imagen del árbol. En el primero de estos rumbos se ubica su proyecto El papel aguanta todo, en donde apila libros con un alto contenido ideológico, como los libros de religión y los recorta de tal forma que evoque la imagen del tronco, dejando visibles los lomos para logran el cruce de sentido. Resalta dentro del conjunto la pieza denominada Fragmentos del Tiempo, que hace alusión al nombre del periódico de donde ha extraído el material y que parece la raíz de algún tipo de mangle. En el segundo camino explorado estarían las instalaciones de grandes dimensiones, que ha denominado Semillas mágicas, que recuerdan las tiras cómicas en donde en un corto lapso de tiempo crece una gigantesca planta. Estas piezas, altamente impactantes, exploran la fascinación que despiertan árboles como las ceibas, cuyas dimensiones parecen a veces imposibles. En una dirección similar se ubica su proyecto Silence Dogoog, presentada a comienzo de este año en Philagrafika 2010, que implicó unir hojas de periódicos locales (de Filadelfia) hasta alcanzar dos kilómetros de largo, para enrollarlas y generar la imagen de los anillos de tiempo de los árboles, que los hacen testigos silenciosos de la historia del mundo, lo que en cierta forma también llevan a cabo los periódicos. Había otro apilamiento en forma de trono que establecía una relación con Benjamin Franklin, por recordar el monumento erigido en el mismo campus, quién uso estratégicamente los diarios en sus causas, y uno de cuyos seudónimos se usa como titulo de la obra.
Paralelamente a las obras realizadas en papel impreso, Lagos ha continuado explorando la fotografía y el video, para dar salida a las problemáticas que ha ido identificando a lo largo de su proceso de trabajo. En Atracttion, hay un video en cámara lenta en donde se ve caer un globo rojo, con forma de corazón, sobre un gran cuerpo de agua. El globo cae lentamente, como si careciera de peso, pero estalla violentamente cuando entra en contacto con el agua. Lo acompañan unas esculturas, con formas de globos similares, fundidas en brea, que parecen estarse derritiendo. Nuevamente nos recuerda Lagos la manera como la naturaleza desborda inevitablemente la comprensión humana. Muchos de sus proyectos recientes se han quedado sin mención en este texto, por los límites de su extensión, por eso para terminar quisiera mencionar su proyecto Vista en planta, concebido para Intervenciones Valparaíso, cuya visibilidad fue muy poca ante el impacto del terremoto que sacudió a Chile días antes de su inauguración. Lagos exploró el cruce entre el abandono de la arquitectura y el florecimiento de la naturaleza silvestre, que no necesariamente es autóctona, que parece una metáfora precisa de los procesos de colonización. El proyecto se basó en investigar “una colonia” de este tipo de plantas en un edificio abandonado, para hacerlas identificables y legítimas mediante etiquetas que informaban sobre su pertenencia al reino vegetal.
Jaime Cerón