Naturalia
Ciencias naturales y representación
Galería Santa Fe
2003- Bogotá, Colombia
Curador: Jaime Cerón
Artistas participantes: Alberto Baraya, Graciela Duarte, Manuel Santana, Fernando Escobar, Juan Fernando Herrán, Juan Mejía, María Claudia Piñeyro, Guillermo Quintero Rojas, José Alejandro Restrepo, Víctor Robledo, María Isabel Rueda, Carlos Salazar, Jaime Tarazona, Giovanni Vargas, Hugo Zapata
Ciencias naturales y representación
Galería Santa Fe
2003- Bogotá, Colombia
Curador: Jaime Cerón
Artistas participantes: Alberto Baraya, Graciela Duarte, Manuel Santana, Fernando Escobar, Juan Fernando Herrán, Juan Mejía, María Claudia Piñeyro, Guillermo Quintero Rojas, José Alejandro Restrepo, Víctor Robledo, María Isabel Rueda, Carlos Salazar, Jaime Tarazona, Giovanni Vargas, Hugo Zapata
i.
La ciencia y el arte son dos formas de praxis social, que han cruzado sus caminos en distintos momentos y lugares y que parecen compartir, incluso, senderos similares. Sin embargo, desde la perspectiva moderna, la ciencia pareció ofrecer una construcción de lo real mucho mas sólida y compacta que otros sistemas ideológicos. De ahí que su discurso se fuera identificando con la imagen de lo verdadero, dado que siempre tenía como trasfondo “la condición misma de la naturaleza”. Esta búsqueda de un “saber positivo”, influyó desde el siglo XVIII la práctica artística que desde el destino premonizado por los griegos parecía estar abocada al estudio de la naturaleza. Géneros como el paisaje y métodos como el estudio, la observación y la clasificación estuvieron a la orden del día cuando se trataba de aprehender la naturaleza. Se emprendieron proyectos comunes entre los campos de la ciencia y el arte en respuesta a esas expectativas culminando con trabajos de un nivel de trascendencia tal en los dos ámbitos como fue la Expedición Botánica, liderada por José Celestino Mutis en la Nueva Granada.
La idea de análisis, descripción y clasificación que subyace a este proyecto podría considerarse fundacional en el campo del arte moderno en Colombia, puesto que implico importantes preguntas acerca del tema de la representación. En muchas de las láminas de la Expedición Botánica, muchos de los dibujantes optaron por diferentes artilugios que les permitieran estrechar el margen de separación entre imagen y realidad, que generaban en muchos casos una relación de escala uno a uno entre los dibujos y las especies vegetales descritas. El ascenso simultáneo del género del paisaje señala un doblez en la aproximación a la naturaleza, que apunta hacía las huellas culturales que viene a acarrear su representación. Cuando se incorpora una determinada escena a una pintura de paisaje, está señalándose en dos direcciones a la vez. Por un lado se ubica el poder evocador de la porción de naturaleza que se describe y por otro aparece el eco latente de su correspondencia con las convenciones del género.
La lógica, el rigor y la capacidad de análisis que se supone a la mirada científica, fueron paulatinamente asimilados por el que hacer de los artistas, que comenzaron a interesarse más en interpretar “lo real”, de la estructura de la imagen artística, por encima de la misma naturaleza, emparentándose curiosamente con la tarea científica de verificar la verdad de lo real en un experimento de laboratorio. De esta manera, en la cima de la modernidad, la ciencia y el arte parecieron perder su interés en interpretar la realidad, natural o cultural, para adentrarse en la solución de problemas planteados por sus propias estructuras internas.1
Uno de los términos que más ha complejizado su sentido en las discusiones sobre la práctica artística en lo últimos años es el de representación. Cada vez existen herramientas teóricas más sofisticadas para identificar las instancias de poder que se hacen presentes en una determinada visión de “lo real” que al igual que en el ejemplo del paisaje muestran que el “contenido” en muchas construcciones culturales viene de “afuera” del signo que se enuncia, apuntando a las complejidades sociales, políticas y económicas que rodean las circunstancias de producción de un discurso como tal y que son en gran medida lo que ese discurso va a representar.
ii.
La exposición Naturalia, ciencias naturales y representación reúne el trabajo de catorce artistas colombianos de al menos cuatro núcleos generacionales, que se han enfrentado al campo de la naturaleza. La mayor parte de las obras participantes tienen que ver con preocupaciones en torno al mundo vegetal, no tanto en relación con el universo de las plantas como con su vinculación a experiencias humanas concretas. Siguiendo las ideas comlpementarias de estudio o contemplación, se incluyeron algunas piezas que incorporan la fauna o el territorio. El radio de acción de todas las imágenes participantes se ve amplificado por el hecho de que asumen los influjos de las ciencias naturales como una interpretación de lo real antes que como la revelación de su “verdad.” En estos trabajos percibimos toda suerte de desplazamientos de los métodos descritos más arriba, que vienen a encarnar señalamientos de las implicaciones culturales e ideol{ogicas que se ven “representadas” en cada una de dichas metodologías.
En la muestra se confrontan obras que involucran una ironizaci{on del genero tradicional del paisaje, junto con otras que abordan la lógica de la expedici{on, cuestionando los parámetros de recolección, análisis y clasificación. Algunos trabajos se conectan con un tipo de imaginería que desplaza el territorio geográfico fuera del motivo del paisaje, para evidenciar problemas de carácter histórico y socioeconómico. Otro conjunto examina dimensiones ideológicas que subyacen a los fenómenos de gusto que median entre la apropiación de ciertos emblemas naturales y los contetos culturales que les sirven de marco.
Los artistas contemporáneos han logrado utilizar el saber acumulado en las diferentes experiencias de autorreferencialidad propias del modernismo para confrontar las situaciones culturales e ideológicas que rodean la práctica artística y se reflejan sobre ella, de forma que tienden a percibirse de forma cruzada con los hechos que las obras aobrdan. Es esa interferencia la que puede evidenciarse cuando se analiza complejamente la noción de representación en áreas tan aparentemente neutrales como las ciencias naturales.
Jaime Cerón
1Para una discusión más completa sobre este tipo de vinculaciones ver el artículo El espacio ideológico del arte y la ciencia, de Víctor del Río. Revista Lápiz N° 193, Madrid 2003. Pág. 35
La ciencia y el arte son dos formas de praxis social, que han cruzado sus caminos en distintos momentos y lugares y que parecen compartir, incluso, senderos similares. Sin embargo, desde la perspectiva moderna, la ciencia pareció ofrecer una construcción de lo real mucho mas sólida y compacta que otros sistemas ideológicos. De ahí que su discurso se fuera identificando con la imagen de lo verdadero, dado que siempre tenía como trasfondo “la condición misma de la naturaleza”. Esta búsqueda de un “saber positivo”, influyó desde el siglo XVIII la práctica artística que desde el destino premonizado por los griegos parecía estar abocada al estudio de la naturaleza. Géneros como el paisaje y métodos como el estudio, la observación y la clasificación estuvieron a la orden del día cuando se trataba de aprehender la naturaleza. Se emprendieron proyectos comunes entre los campos de la ciencia y el arte en respuesta a esas expectativas culminando con trabajos de un nivel de trascendencia tal en los dos ámbitos como fue la Expedición Botánica, liderada por José Celestino Mutis en la Nueva Granada.
La idea de análisis, descripción y clasificación que subyace a este proyecto podría considerarse fundacional en el campo del arte moderno en Colombia, puesto que implico importantes preguntas acerca del tema de la representación. En muchas de las láminas de la Expedición Botánica, muchos de los dibujantes optaron por diferentes artilugios que les permitieran estrechar el margen de separación entre imagen y realidad, que generaban en muchos casos una relación de escala uno a uno entre los dibujos y las especies vegetales descritas. El ascenso simultáneo del género del paisaje señala un doblez en la aproximación a la naturaleza, que apunta hacía las huellas culturales que viene a acarrear su representación. Cuando se incorpora una determinada escena a una pintura de paisaje, está señalándose en dos direcciones a la vez. Por un lado se ubica el poder evocador de la porción de naturaleza que se describe y por otro aparece el eco latente de su correspondencia con las convenciones del género.
La lógica, el rigor y la capacidad de análisis que se supone a la mirada científica, fueron paulatinamente asimilados por el que hacer de los artistas, que comenzaron a interesarse más en interpretar “lo real”, de la estructura de la imagen artística, por encima de la misma naturaleza, emparentándose curiosamente con la tarea científica de verificar la verdad de lo real en un experimento de laboratorio. De esta manera, en la cima de la modernidad, la ciencia y el arte parecieron perder su interés en interpretar la realidad, natural o cultural, para adentrarse en la solución de problemas planteados por sus propias estructuras internas.1
ii.
La exposición Naturalia, ciencias naturales y representación reúne el trabajo de catorce artistas colombianos de al menos cuatro núcleos generacionales, que se han enfrentado al campo de la naturaleza. La mayor parte de las obras participantes tienen que ver con preocupaciones en torno al mundo vegetal, no tanto en relación con el universo de las plantas como con su vinculación a experiencias humanas concretas. Siguiendo las ideas comlpementarias de estudio o contemplación, se incluyeron algunas piezas que incorporan la fauna o el territorio. El radio de acción de todas las imágenes participantes se ve amplificado por el hecho de que asumen los influjos de las ciencias naturales como una interpretación de lo real antes que como la revelación de su “verdad.” En estos trabajos percibimos toda suerte de desplazamientos de los métodos descritos más arriba, que vienen a encarnar señalamientos de las implicaciones culturales e ideol{ogicas que se ven “representadas” en cada una de dichas metodologías.
Los artistas contemporáneos han logrado utilizar el saber acumulado en las diferentes experiencias de autorreferencialidad propias del modernismo para confrontar las situaciones culturales e ideológicas que rodean la práctica artística y se reflejan sobre ella, de forma que tienden a percibirse de forma cruzada con los hechos que las obras aobrdan. Es esa interferencia la que puede evidenciarse cuando se analiza complejamente la noción de representación en áreas tan aparentemente neutrales como las ciencias naturales.