Prácticas artísticas, de la intimidad a la extimidad



Publicado en: Revista Mundo. no. 30
Año: 2010
No había abierto los ojos hasta ese momento. Pero sentía que estaba tendido de espaldas y sin ataduras. Extendí la mano y pesadamente cayó sobre algo húmedo y duro. Durante algunos minutos la dejé descansar así, haciendo esfuerzos por adivinar dónde podía encontrarme y lo que había sido de mí. Sentía una gran impaciencia por hacer uso de mis ojos, pero no me atreví. Tenía miedo de la primera mirada sobre las cosas que me rodeaban. No es que me aterrorizara contemplar cosas horribles, sino que me aterraba la idea de no ver nada.

-Edgar Alan Poe, El Pozo y el Péndulo


La intimidad hacia adentro

El termino “intimidad” se han relacionado de maneras diversas y en momentos distintos de la historia, con las prácticas artísticas. Se ha tipificado en muchos casos como “un carácter” dentro de una obra o corriente y sus referencias de sentido apuntan tanto a los rasgos de la subjetividad humana como a los fundamentos de la vida doméstica.  Por esa razón, la intimidad se ha asociado en el campo del arte con nociones como la sinceridad, la expresividad o la autobiografía, tanto como con una serie de géneros artísticos e incluso temáticas, que sitúan diferentes hechos o situaciones en contextos familiares o cotidianos.

Si bien las ideas anteriormente expresadas parecen aludir a un tipo de actividad artística anterior a la modernidad, un breve y somero rastreo de los usos sociales del mencionado “carácter” íntimo dentro del arte moderno, mostraría que tuvo una vigencia inusitada dentro de sus diferentes corrientes. Basta en principio examinar la persistencia del género de la naturaleza muerta así como el de los “interiores” en distintas vanguardias históricas –el cubismo o el fauvismo, por ejemplo- pero luego es necesario prestar atención al papel de la inmediatez y la espontaneidad, en la gestualidad pictórica del arte de orientación expresiva que prácticamente atravesó todo el siglo XX, comenzando con el expresionismo alemán, pasando por el Expresionismo abstracto y por el grupo Cobra y por supuesto llegando hasta el Neoexpresionismo de la década de los ochenta, ya vinculado con el posmodernismo.  Es por esto que el término mítico de la “expresión”, con su impresionante éxito dentro de la apropiación cultural de la modernidad por parte de las sucesivas generaciones, funcionaría como el emblema que nos deja ver que la noción de la intimidad aun está lejos de aislarse del discurso artístico.

En el arte posterior al modernismo sigue manteniéndose vigente la asociación del arte con algún tipo de objeto o bien material cuyos usos específicos ocurren en el campo privado, ya sea porque involucran la apreciación sensible o porque se enlacen a los principios de acumulación propios de la lógica del capital. Aun cuando muchos artistas intenten desafiar dicha lógica su posición está lejos de considerarse hegemónica. La acepción de lo íntimo como privado encierra una curiosa paradoja, porque implícitamente regula el flujo de información que se moviliza hacia la esfera de lo público. Si se considera que lo íntimo es privado y se enlaza con esto la función de la autoría, puede llegar a requerirse tal preservación de la información privada sobre el autor que sería factible desencadenar el anonimato (como tantas veces ha ocurrido). En ese sentido la historia íntima que construiría en una obra de este tipo en relación con su proceso de creación existiría solo como ficción.

El eje conceptual de la exhibición Historias íntimas, sugerido por Carlos Salas su curador, apunta a revisar la relevancia del carácter individual y en muchos casos privado, que comprometen las prácticas de creación artística. En el contexto contemporáneo se han empleado diferentes términos para indagar acerca de los fundamentos y principios de esta situación, tales como la noción de “mitologías personales” que introdujo Harald Szeemann en su de por sí mítica Documenta V, en 1972.  Esta manera de pensar lo íntimo esta haciendo hincapié en que la estructura del autor es claramente dependiente de la estructura del sujeto, con todas sus implicaciones sociales, culturales y políticas.  Desde entonces hemos visto acuñarse, con cierta periodicidad, conceptos que se preguntan acerca del lugar del sujeto dentro del trabajo artístico o que se inquietan ante la manera como la subjetividad determina lo real o por la forma en que el mundo social estructura el campo del sujeto. Tal fue el caso del capítulo “arqueologías personales” que sirvió como uno de los ejes estructurantes del 36 Salón Anual de Artistas Colombianos realizado en 1996.


La intimidad hacia afuera

Al establecer una sencilla conversación, por e-mail con los jóvenes artistas que participan en esta muestra, se movilizaron algunos de los sentidos más arraigados al término en cuestión, como el espacio cotidiano, la historia personal o el espacio subjetivo, pero también se hicieron presentes diversas interpretaciones que parecen revelar algunas de sus paradojas, como las vivencias compartidas o experiencias comunes, los procesos de identificación cultural o el carácter público que entraña lo íntimo.

Si se pensará el carácter privado del proceso creativo desde una sola de sus dimensiones: el oficio; para algunos de los artistas que participan en Historias íntimas necesitaría desglosar en las situaciones que se desencadenan por la presencia de los materiales empleados o por los procedimientos que transforman dichos materiales. Aun asía necesario continuar el proceso de multiplicación considerando la variable que se desprende de las problemáticas con que los materiales y procedimientos se conectan y que establecería su lugar dentro de la subjetividad. Haciendo una alusión genérica a esas problemáticas habría que nombrar al menos la memoria, el afecto, la sensibilidad, el deseo y el cuerpo. Cada una de ellas, a su vez se abre en por lo menos dos sentidos interpretativos que comprometen el orden del sujeto y el campo social, expresados como un adentro y un afuera en cada caso.

Tomando en cuenta la manera como estos artistas plantean un cuestionamiento a las dualidades que se asocian innegablemente con la intimidad en términos de un adentro y un afuera, se podría pensar que están explorando la más radical paradoja que encierra el término y que fue nombrada por Jacques Lacan mediante el neologismo “extimidad”, concepto desarrollado, o mas bien descifrado, posteriormente por Jacques Alain Miller. La “extimidad” en Lacan claramente proviene de sus preguntas acerca del objeto del deseo así como por el objeto que causa el deseo. El objeto del deseo está más allá del deseo, pero lo que causa que deseemos tal objeto, está más acá de él. En esa distancia paradójica entre el sujeto y su objeto es que emerge la “extimidad”.

La experiencia subjetiva de atracción y rechazo de la que parece provenir el neologismo de Lacan, se sustenta con cierta legibilidad en las reflexiones que hizo Sigmund Freud acerca de lo siniestro, que se hacen pertinentes para este texto en la medida en que lo la experiencia de “lo siniestro” compromete seriamente el concepto de lo íntimo.

El texto “lo siniestro” fue el único análisis dentro de todo el trabajo de Freud, que se podría ubicar dentro del campo estético. Para Freud lo estético no se ocupa de lo bello sino que se fundamenta en estudiar las cualidades de la sensibilidad humana y sus respectivos impulsos emocionales.

Para esclarecer el significado de “lo siniestro” -unheimlich en alemán-, es necesario decir que su raíz etimológica implica en principio una valoración como algo no-familiar, Por ese motivo Freud emprendió un minucioso análisis semántico sobre los sentidos que había ido acumulando el término le dio origen: lo familiar y fue así como encontró dos grupos de acepciones de sentido contrapuestas entre si. En la mayor parte de ellas la palabra familiar se entiende como algo conocido o cercano, incluso cotidiano. Sin embargo en otro grupo de acepciones también llegó a interpretarse como algo misterioso o disimulado, es decir radicalmente privado. Por ese motivo lo familiar podría ser algo que debería haberse mantenido oculto o permanecido en secreto, pero que se manifestó. Entonces, la emoción estética de “lo siniestro” estaría definida por Freud como un suceso reprimido que retorna involuntariamente en el sujeto. Su núcleo radicaría en alguna vivencia enteramente familiar que se volvió extraña al asociarse a un evento traumático. Recordar involuntariamente esa experiencia familiar desencadena la angustia o incertidumbre intelectual porque trae consigo, inconscientemente, el trauma reprimido. Mucho del arte que se asocia tranquilamente al espacio doméstico, privado o intimo, termina acarreando sentidos inquietantes porque llega a generar identificaciones de carácter siniestro en los espectadores.

La “extimidad” sería entonces una imagen simultánea del adentro y el afuera o algo que se experimenta a la vez como lo más propio y lo más extraño.  Señala, cómo una experiencia íntima se fractura por su carácter incompleto de modo que evidencia que lo íntimo del sujeto se encuentra vacilante, realmente en su exterior.

A pesar de las diferencias de medios, enfoques y expectativas que alimentan el trabajo de los artistas que participan en Historias Íntimas, todos tienen en común una visión paradójica y compleja del lugar de lo íntimo dentro del trabajo artístico.  Aunque para unos este lugar este más cerca del trabajo del artista y para otros de la función del espectador, comparten la inquietud de que el sentido del arte se establece en gran medida desde afuera.  Comenzaba este texto con un epígrafe extraido del cuento “El pozo y el péndulo” de Edgar Alan Poe, porque evidencia una experiencia íntima que podría describirse mas rigurosamente como siniestra o “extima”, según los argumentos esbozados en el parrafo anterior. De igual manera a lo que le ocurre al personaje de esa narración de Poe, cuya experiencia corporal se afirma desde su exterioridad, para los artistas que conforman Historias íntimas, la intimidad se elabora en la vacilación.  Es algo que parece estar a la vez en lo interno y en lo externo. Esa incertidumbre que sirve de trasfondo a las historias que proponen es lo que podría llevarlos de la intimidad a la extimidad.


Jaime Cerón