Santino Escatel: Después de la melancolía


Texto escrito para la exposición Después de la melancolía  que se llevo a cabo en la galería Sismo en Ciudad de México. Año:  2016

uno


El proyecto “Después de la Melancolía” de Santino Escatel, fue estructurado en torno a una residencia artística realizada por él en Bogotá, en el año 2014.  Implicó llevar a cabo investigaciones preliminares, desarrollar un amplio y heterogéneo trabajo de campo y finalmente recoger y proyectar las distintas experiencias acumuladas -a través de procesos diversos- para dar origen a un conjunto de piezas. El trabajo de campo estuvo concentrado en el barrio Egipto, que está ubicado geográficamente en el centro de Bogotá, pero que imaginariamente parece existir más allá de sus márgenes suburbanas.

El ingreso a este complejo entorno urbano, le fue posible gracias a una serie de negociaciones que realizó con diferentes agentes sociales del barrio, que solidariamente garantizaron las condiciones de posibilidad del proyecto. Una vez tuvo acceso a este entorno, conoció de cerca las historias asociadas a la quebrada San Bruno, que determinaron que su ronda fuera el sitio de emplazamiento de la pieza que buscaba desarrollar.  En ese mismo contexto conoció a los protagonistas de un proyecto cultural denominado “La legión del afecto” que trabaja con grupos humanos en situación de vulnerabilidad en un amplio sector de Colombia y que activan sus vínculos sociales llevando a cabo actos simbólicos que en muchas ocasiones emplean el fuego como un gesto de reparación colectiva.

Las formas de exclusión local parecen replicar el efecto perverso de marginación, que producen los colonialismos modernos, porque reproducen sus acciones de violencia al interior de las comunidades vulneradas. Gran parte de los problemas de violencia que aquejan a las comunidades que habitan el barrio Egipto, o que lo hacen en otros sectores similares de Bogotá, es que los sujetos que ejercen la violencia son de la misma condición social que sus objetos.



dos


Antes de su viaje a Colombia, Santino Escatel ya había indagado sobre diferentes referencias culturales que estaban cargadas de sentido para los habitantes de Bogotá, entre las cuales cobró una singular relevancia el ladrillo de arcilla. Este elemento guarda un fuerte valor simbólico, porque surge de la mezcla entre barro y fuego y porque ha sido empleado por diversas culturas como herramienta para forjar la historia. Por esa razón fue el material con el cual Santino Escatel decidió trabajar. Él logró vincularse con un chircal en donde realizan ladrillos artesanalmente y de esa forma pudo realizar los que la pieza “La Melancolía” requería.  La necesidad de insistir en la idea de un ciclo humano, relacionado con las historias de vida del barrio, lo hizo definir su intervención específica en la ronda de la quebrada San Bruno como una configuración circular. En su centro ardió el fuego como un símbolo de la necesidad de generar procesos de reconciliación entre los grupos que han estado en disputa. Por eso en la ceremonia de inauguración de la pieza participaron personas provenientes de diferentes zonas de Bogotá, así como de otros lugares, demarcando la pieza como un lugar para la memoria.



tres

El problema de la memoria ha sido crucial para los artistas desde los propios orígenes de su actividad, sin embargo, en las décadas recientes se ha cuestionado la esterilidad y falta de significación de la práctica de erigir monumentos. En nuestra época resulta cuestionable que se delegue en un artefacto cultural la tarea de que y como recordar.  ¿Quién decide esto y por qué? ¿Tiene sentido que un signo cultural que rememora un hecho humano permanezca inmutable?  La dirección política del arte que busca responder y reparar los efectos simbólicos del uso del poder, se manifiesta en los términos con los que se suelen identificar sus prácticas, entre los que se encuentran la contra-representación y el contra-monumento.

El término contra-monumento, planteado por James Young, intenta negar la ilusión de permanencia de la memoria alimentada por los monumentos. Además de ello, no se propone explicar la “verdad” del pasado, sino exponer la distancia que lo separa del presente que vendría a constituir.  El presente es expandido para que alcance a evidenciar su propia memoria. Los contra-monumentos, vienen a ser testigos culturales de hechos que no pueden ser relatados, o al menos no de la forma como sucedieron.  Solo sirven como dispositivos para que las personas actúen, recuerden y tomen una posición

Tomando en cuenta las anteriores consideraciones, se hace evidente que “La Melancolía” de Santino Escatel, funciona como un contra-monumento. Sin embargo, en el conjunto de piezas que conforman el proyecto “Después de la Melancolía” aparecen diferentes gestos de contra representación, que resisten los flujos “naturales” del poder, apropiándose de imágenes y gestos que movilizaban ciertas ideas y actitudes, con el fin de que logren poner en marcha otro tipo de agendas, como es el caso de “Representación de un fenómeno físico luminiscente de carácter natural en estrecho callejón de pobreza coloreada por el cual todo lo que transita a través de él se tiñe de color azul al volver a la melancolía”.

“Después de la Melancolía”, es un proyecto artístico que apuesta por generar la opción de que el arte, ocurra fuera de los límites sociales y culturales en donde ha sido convencionalmente marginado. Es una apuesta para que las prácticas del arte se imbriquen efectivamente en los procesos culturales de las personas.

Jaime Cerón

Bogotá, junio de 2016