Warhol – Alÿs: Resonancias de una coincidencia



Publicado en: Arteria. no. 20.
Año: 2009
Cuando miramos algo que está “vacío”, no por ello dejamos de mirar, no por ello dejamos de ver algo…aunque sólo sean los fantasmas de nuestras propias expectativas.

-Susan Sontag


Fuera de si


Durante los meses de junio, julio y agosto coincidieron en un mismo escenario cultural -las salas de exhibición del Banco de la Republica- dos exposiciones que podrían considerarse como las muestras internacionales más significativas del año. Si bien el público general y los medios de comunicación señalarán como la muestra mas importante “Andy Warhol: Mr América” el medio artístico especializado muy probablemente considere, que la mas significativa sea “Francys Alÿs: la política del ensayo”.

Ambas exhibiciones han sido el resultado del trabajo de curadores extranjeros, que son Phillip Larrat-Smith (curador independiente) para Warhol y Russell Ferguson (curador asociado al museo Hammer de los Ángeles) para Alÿs.

No estoy interesado en demostrar una u otra hipótesis, sino en explorar las resonancias que puede traer consigo la coincidencia de estas dos muestras en un mismo momento y lugar.

“Mr. América”, revisa una obra ya concluida mediante un concepto transversal propuesto a posteriori, que intenta funcionar como un sistema epistemológico para determinar la relación de Warhol con la cultura de base de la cual emerge. “Política del ensayo” analiza una obra aun en proceso, para centrar su atención en proyectos legibles mediante uno de los conceptos clave dentro de la práctica del propio Alÿs.

Entre Warhol y Alÿs habría un sin número de disonancias, que obedecen a la distancia histórica y contextual que soportó la emergencia de cada una de sus respectivas obras: cuando Andy Warhol estaba muriendo, Francis Alÿs estaba ingresando al campo del arte. Warhol esta ubicado en el interior de la neovanguardia que, como bloque, perfiló los linderos dentro de los cuales se ha movido en términos generales la actividad artística de las décadas posteriores. Alÿs aparece en el borde externo de dichos linderos que ya han dejado ver agendas y problemáticas bastante distintas a las esbozadas por los gestos neo vanguardistas.

Más allá de esas obviedades, sería relevante mencionar que uno de los propósitos fundamentales del trabajo de Warhol consistió en reiterar con un mínimo esfuerzo la presencia latente en una imagen, para dramatizar el sentido de fracaso del intercambio de mercancías y para hacer notar la fragilidad de los hipotéticos deseos que las suscitan.  Para Alÿs la máxima ética de su trabajo se puede deducir de su frase “máximo esfuerzo mínimo resultado” que da forma a la vocación radicalmente procesual que sostiene la idea de “ensayo” sobre la que se agrupa su obra. Pero estas dos posturas tienen un común denominador y es una resistencia simbólica a la lógica del capital, que funciona como la base del sentido que sustenta el orden hegemónico de lo real. Warhol atiende un tipo de consecuencias de esta situación distintas a las que son evidentes para Alys, por atestiguar cada uno, a su manera, distintos estadios del propio capitalismo.

Entre si


En términos lógicos hay una primera coincidencia en el hecho de que son muestras que se basan en una suposición similar respecto de la curaduría, que implica pensar el formato exposición como un no todo; como el resultado de la aplicación metodológica de un sistema de diferencias y exclusiones. Por ese motivo sus respectivos títulos hacen mención a lecturas transversales que sustentan la elección de los proyectos que se ponen en relación en cada una de ellas, como ya se dijo.  

Aunque se trate de muestras monográficas, estas dos exposiciones están a mucha distancia de las convencionales retrospectivas o antologías que asumían que más es más, aun cuando todavía parezca funcionar la máxima minimalista que señala lo contrario. Por eso en lugar de encontrar cientos de obras que intenten reproducir el frenético ritmo de trabajo de Andy Warhol, solo aparecen 120 y en vez de reunir de manera exhaustiva la totalidad de los proyectos realizados por Francis Alÿs se presentan solo aquellas que hacen viable la comprensión del marco curatorial. La consecuencia de esta situación es que el planteamiento museográfico de cada una, resulte altamente generoso con el espectador, dándole la opción de encontrarse con pausas dentro del guión de cada muestra, permitiéndole dimensionar la escala de las piezas y potenciando el valor del recorrido por el lugar.

Sin embargo, también aparecen significativas resonancias que relacionan mutuamente el trabajo de cada artista, particularmente por efecto de los planteamientos curatoriales que alentaron cada exposición.  El valor significativo de las películas y las fotografías para ambos artistas es innegable, por encima que cualquier otro medio, y el sentido performático del que provienen también es un rasgo compartido. Sin embargo es la insistencia en la recurrencia de los actos y las imágenes lo que parece emparentarlos más evidentemente, que viene además acompañada de la imposibilidad para cada uno de ellos de circunscribir una imagen o experiencia a un solo proyecto artístico. Ambos regresan una y otra vez a los mismos fundamentos y ambos emplean la repetición como un principio que reemplaza la composición formal y desconfigura la forma artística. También les interesa concentrarse en los aspectos fragmentarios, carentes de incidentes e inconclusos de una determinada narración. Evidentemente hay importantes distancias respecto al peso conceptual de tales estrategias para cada artista, porque cada uno mira desde un flanco contrapuesto los efectos de realidad que produce la economía de mercado.

Dado que Warhol es propuesto, dentro Andy Warhol: Mr América, como un sujeto que es a la vez causa y secuela de su propio deseo, se postula que ha llegado a inventarse a si mismo. El texto del catálogo se sustenta en diversos discursos provenientes del psicoanálisis para hacer notar la manera en que Warhol traspasa las barreras imaginarias de su propio “Yo”. La muestra necesita sustentar esta hipótesis centrando su atención en piezas que hagan notar esa capacidad de agenciar su transformación, por eso comienza con un Retrato en Drag que sugiere el deseo de asumir otra identidad que en este caso es la de una figura que podría verse como un padre simbólico: El tío Sam. Continúa con un autoretrato, sobre un fondo camuflado, en donde su imagen es muy próxima a la que lo identificaría globalmente, para confluir en piezas que parecen hacer notar el transfondo social dentro de la que ocurrió su metamorfosis: sopa campbell, coca-cola, el catolicismo y el homoerotismo. Luego aparece, el contexto cultural y político que enmarcó su juventud: muertes  accidentales, suicidios, disturbios raciales y crímenes diversos.

Finalmente el recorrido conduciría hacia la fama y la celebridad, pero de la mano de la muerte, como ocurre con las principales divas que retrata -comenzando con Marylin Monroe- que ya estaban muertas o que podrían estar al alcance de la muerte. Sin embargo también se asocian a la otra cara de la moneda. Warhol hace notar los distintos tipos de identificaciones que puede despertar la fama. Los papeles habituales de los galanes están muy cerca de los estereotipos homosexuales (vaqueros, criminales, forajidos, desadaptados), lo que puede despertar toda suerte de fantasías en espectadores queer, como era el caso de Warhol.  A la celebridad también se suman muchos de los personajes que frecuentaban The Factory, muchos de ellos “transgeneristas”, que han quedado registrados en un sin numero de piezas, y que en la exposición han emergido a la par de estrellas de cine ya sea en fotos polaroid o en imágenes secuenciadas de cabinas fotográficas. En esa misma línea se incorporan los políticos y sus emblemas.  Las últimas piezas en encontrarse dentro del recorrido son cuatro de los Autoretratos en drag más emblemáticos de su trabajo, en donde él personifica distintas versiones de su alter ego femenino. El hecho de plantear de forma tan concreta una lectura de la pertinencia histórica, política y cultural del trabajo artístico de Warhol, hace que no parezca relevante examinar la exposición “Andy Warhol: Mr América”, a la luz de obras que no han sido incluidas dentro de la curaduría.

El texto curatorial que aparece en el catálogo, es uno de las tantas versiones que se han propuesto durante la última década para configurar, según los intereses de cada contexto interpretativo, el Warhol que cada cual merece, al decir de Douglas Crimp. El mismo Crimp, quién ha trabajado consistentemente, de forma compleja y aguda en el Warhol que él merece, compartió con el público de Bogota, unos años atrás, sus análisis que allanaron el terreno para comprender que toda lectura es una proyección y que toda aproximación a una práctica artística es una lectura.

*          *          *

La política del ensayo, es el título de una obra que realizó Francis Alÿs en 2001, en relación con la famosa película Amores perros. Sin embargo el curador propone que sea el título de la exposición, porque plantea que su sentido puede llegar a operar como corolario lógico de un conjunto de proyectos anteriores y posteriores, ya sea que se hayan tipificado estrictamente como ensayos o no.  La muestra sigue la obra de Alÿs de manera que se haga notar el principio de encadenamiento que articula unos proyectos con otros, visible desde sus primeras piezas. Sin embargo la atención a la estructura del ensayo hace pensar que incluso las cosas que pasan de manera espontánea pueden volver a ocurrir o incluso pueden ser una reactuación de algo preparado.  Muchas historias son contadas acerca de la necesidad de repetir algunos performances (incluso piezas históricas) por el interés de registrarlos o documentarlos. Sin embargo, para Alÿs ese afán objetualizador puede acarrear un trastorno en el performance, haciendo que pierda su condición de inmediatez y su sentido de riesgo.  

Una obra como Rehersal 1, central dentro de la exposición, conecta el sentido del ensayo y la repetición fallida con el impulso de la historia del tercer mundo que requiere de la prueba de varias temporalidades a la vez.  Piezas como Paradox of practice I que consiste en empujar un enorme bloque de hielo de un lado a otro de la ciudad hasta que tenga el tamaño de un cubo de hielo lo llevó a decir “A veces hacer algo lleva a nada”, y piezas como Lookin up que implicó mirar hacia arriba hasta llegar a congregar una multitud de personas, lo condujo a afirmar “A veces hacer nada lleva a algo”. Ambos tipos de gestos se caracterizan porque parecen alterar las dimensiones poéticas o políticas de las prácticas artísticas. Será frecuente en su trabajo que una de estas dimensiones se perciba fácilmente como la otra.

La exposición también incluyó Cuando la fe mueve montañas, uno de los pocos proyectos que se habían presentado previamente de él en Colombia (curiosamente en la misma institución) que se propone como una suerte de “land art”, por lo descomunal del esfuerzo de realización, pero que no deja vestigio alguno salvo sus efectos alegóricos. Se puede entender como un ensayo de eventos por venir que podrían responder a una lógica distinta a la que impera de manera hegemónica. El hecho de mover unos pocos centímetros una duna con la ayuda de 500 voluntarios, por imponente que sea parece nimio comparado con la posibilidad de pensar en sus efectos metafóricos.

A pesar de lo peculiar de sus poéticas y más allá de la resonancia mutua de algunos de los modos de operación de Warhol y Alÿs, parece que fue afortunada la coincidencia de las dos exposiciones en el mismo momento y lugar.  Es posible imaginar los miles de espectadores que dentro de 30 años tendrán que circundar el edificio donde se presente la muestra antológica de Francys Alÿs en Bogotá (si es que se destinan recursos para la actividad artística en ese entonces) para vislumbrar la ironía del lleno total de Warhol frente a los pocos espectadores que visitaban Alÿs. Tal vez para ese momento al gran público le sea posible comprender la relevancia de su trabajo. Sin embargo posiblemente coincida con otro artista que aun no resuene fuera del mundo del arte, y la historia se repita, como nos han mostrado que ocurre estos dos artistas que coincidieron este año en Bogotá.


Jaime Cerón
julio de 2009