localización, acercamientos a Paréntesis, una instalación de Nicolás Consuegra
Texto para Paréntesis Un proyecto específico desarrollado para el programa Nuevas propuestas 2003-2004 de la Alliance Française, Bogotá, por Nicolás Consuegra.
Año: 2003
(primer paso)
Un lugar destinado a la realización de exhibiciones de artes visuales, ubicado en un edificio cuya actividad principal es la enseñanza de un idioma: el francés, parece convertirse en una especie de sala de cine y espera, aparentemente, el comienzo de la función. La película sin embargo nunca va a comenzar y en su lugar solo se percibirá una banda sonora alusiva a una cinta con una significación muy especial para el lugar: París-Texas, de Win Wenders. El desplazamiento lógico y político que sugiere el título de esta película parece hacer eco a aquello que es aprovechado en distintos niveles por la obra a la que hago referencia.
Los rasgos que nos permitirían identificar la función de un espacio han cedido ante las alusiones a otro. El acto fundamental a través del cual aparece la situación que identificamos como obra es una simulación. Este término, desgastado en cierta medida por los discursos posmodernistas, involucra dentro de las discusiones sobre arte, un reconocimiento de la manera como los signos artísticos involucran en primera instancia una representación de la representación y no una representación de “la realidad”. Los objetos que se agregan al lugar físico, cortinas y ventiladores falsos, entre otros, toman el lugar de “elementos reales”, sugiriendo un “estilo” particular antes que una función utilitaria. De esta manera se plantea una comprensión de la instalación, uno de los medios artísticos que más incursiones ha soportado en los últimos veinte años, como una traslación de un problema cultural hacia los rasgos constitutivos de la experiencia arquitectónica. De ahí que la obra funcione ambientalmente, más no sea una ambientación. El diseño del edificio es el límite conceptual, perceptivo y simbólico de ella.
(segundo paso)
Para algunos de los artistas que han presentado su trabajo dentro de esta sala de exposiciones ha sido visible la necesidad de entrar en un diálogo crítico con las connotaciones ideológicas, con las cargas simbólicas y con las referencias culturales que lo caracterizan. Tanto en América Latina como en Colombia, particularmente durante los últimos ciento cincuenta años, ha desempeñado un papel legitimador la asimilación de la cultura francesa, representada entre otras cosas por el aprendizaje de la lengua que le sirve de base. En el ámbito coloquial, lo francés es sinónimo de sofisticación, intelectualidad, profundidad y trascendencia, términos que desde una perspectiva humanista podían verse como sinónimos de la idea de valor.
Es difícil olvidar los episodios irónicos de nuestra no muy remota historia local, en donde algunos “intelectuales” intentaban legitimar el trabajo realizado por diversos artistas colombianos, bastante disímiles por demás, que tenían como único denominador común el hecho de residir en París. Las evocaciones que esta ciudad suscita, parecen reforzar las connotaciones románticas que rodean el “proceso creativo” del trabajo artístico, con sus consabidos aires de bohemia. Este tipo de modelo de comprensión de la actividad artística ya había sido cuestionado en los años sesenta por Susan Sontag en su célebre ensayo El artista como sufridor ejemplar, más sin embargo en los setenta seguía siendo tal su popularidad que fue el tema de una balada romántica del cantante francés Charles Aznavour que tenía por nombre La Bohemia.
“Lo francés” tiene su historia, incluso mucho más allá de los propios intereses de Francia. Ante esto es curioso señalar que aparte de la ciudad de París, ubicada en el estado de Texas, existen otras siete ciudades en Estados Unidos que llevan el mismo nombre. En una de ellas, situada en Tennessee, y al igual que en la ya mencionada de Texas, también existe una Torre Eiffel. Recientemente se construyó una tercera torre en un casino en la ciudad de las Vegas. En concordancia con estas ideas, Consuegra incluye dentro de su obra la imagen de una Torre Eiffel expulsando petróleo por la cúspide, como si fuera responsable de una perforación, y que se encuentra rodeada de un paisaje típicamente norteamericano. La fascinación norteamericana por este símbolo no es en realidad tan anómala, dado que en Estados Unidos son famosas las “apropiaciones kistch” de rasgos culturales de toda suerte de procedencias como lo ha anotado Umberto Eco. En este sentido es importante la relación entre la melancolía de la película de Wenders y los rasgos musicales del blues y la música mexicana que caracterizan su banda sonora.
(tercer paso)
La instalación paréntesis de Nicolás Consuegra, conjuga hábilmente este conjunto de referencias, a través de una intervención formal que responde a la lógica de la estructura axiomática, el término utilizado por Rosalind Krauss para indicar la base de experiencia que define el rol de la instalación. Según esta autora esté término sugiere una intervención en el espacio real de la arquitectura, a través de un proceso de reconocimiento de los rasgos axiomáticos a ella, tales como sus condiciones de apertura o estrechez. Esta categoría hace referencia a la capacidad de proponer como estructura significante de un obra, la transformación de la experiencia arquitectónica como tal, que evidentemente involucra formas de uso cultural latentes en un espacio cualquiera. En el caso que nos ocupa, la alusión a una sala de cine tan particular, hace eco al “estilo” que rodea la proyección de cine francés que suele presentarse en cinematecas y “salas de cine arte” cuyas características formales las hacen diferentes de los cinemas comerciales. En ese mismo sentido, la obra centra la atención de los espectadores en el ámbito sonoro, dándole un papel sutil a sus recursos visuales, lo cual les suscita enlaces imaginarios con sus propios trasfondos contextuales. Hasta hace pocos años se utilizaba música de fondo en algunas galerías de arte, pero poco a poco se hizo claro que su presencia era tan notoria como los mismos objetos exhibidos y que por lo tanto podría tomarse como una propuesta en el campo de las artes visuales que es lo que efectivamente ocurre en este trabajo.
Desde la superficie del espacio, esta obra logra horadar un tejido de relaciones que parecen provenir de distintas direcciones y aglutinarse a través de la experiencia que promueve en los sujetos que se inserten en ella.
Jaime Cerón
bogotá, marzo de 2003